El tiempo…
¡Cómo vuela en alas de mis años sin perdonar que pase un solo día!
No somos conscientes de lo rápido que pasa, de lo efímera que es la vida, de lo atropellados que van los días amontonándose, en enormes pilas, sobre nuestras costillas, haciéndolas inclinarse hacia delante, hasta notar cómo duele la espalda al chocar contra la tierra seca que absorberá nuestra caída…
Qué distinto que es el tiempo dependiendo de los ojos que lo miran, de los años que uno tenga, de lo importante que sea un atardecer o de los jardines, que de flores, llenen nuestras vidas. Y es que los años marcan siempre la perspectiva.
Aquí os dejo lo que para mí es el pasar del tiempo, según a la altura que uno vea pasar los minutos por delante de su esquina…
…Era el tiempo un aliado
cuando jugabas al «pilla»,
cuando pasabas las tardes
y el sol nunca se ponía.
El tiempo estaba a mi lado,
infinita compañía.
El tiempo nunca pasaba,
pensé que me sobraría.
¡¡Qué infeliz, qué maravilla!!
esa simpleza de vida
cuando el tiempo me sobraba,
cuando crecían los días…
…Ahora, los días menguan;
ahora, ya están vacíos
mis bolsillos de minutos
para gastarlos contigo.
¡¡Que no nos damos ni cuenta!!
¡¡Que se los llevan los ríos!!
¡¡Que ruedan por las laderas,
tus minutos y los míos!!.
Que ya no tiene remedio
ni encuentro la solución,
de arañar «tiempos» al tiempo,
de parar este reloj
que implacable va marcando,
al son que quiere el señor,
nuestras noches y mañanas,
nuestras tardes, nuestro adiós.
…Era el tiempo un aliado,
y no le procuré atención.