Solo hay que saber escuchar y, francamente, lo hacemos muy poco…
Tan solo perder un poco de tiempo para poder traducir los sentimientos que tienen las cosas por dentro. Porque todo siente, a pesar de parecer que esté muerto, y os cuento…
…Me disponía a escribir, como muchos otros días, en hojas de papel con mi lapicero, (es la forma en la que más me gusta hacerlo, aunque luego lo pase a ordenador), me parece más emotivo y cercano hacerlo así. Al ver al pobre lapicero ya muy desgastado por el uso, opté por dejarlo metido en el bote que tengo para ellos y coger el bolígrafo, así me duraría más el lapicero, pensé. Pero para mi sorpresa, ese lapicero desgastado por el uso, me llamaba desde el bote, por muy extraño que esto parezca, queriéndome decir algo al oído: «Oye, te voy a contar lo que por mi alma pasa, porque a pesar de ser lapicero yo también tengo mi corazón, mi sentir de lapicero que se enamora con lo que le rodea y quiere serte útil mientras mis fuerzas me acompañen, así que si te acercas te contaré mi historia, y tú podrás escribirla y contarla para que el resto de la gente sepa que a pesar de ser objetos, de ser inertes, de no tener movimiento, tenemos alma, y sentimos lo que por nuestros corazones, por nuestra alma, a cada instante pasa…» Así que yo, obedeciendo las voluntades de mi lapicero, aquí os narro lo que me contó tan sigilosamente al oído…
Si me adelgazas, me muero, que ya lo sé.
Pero si no me estrenas, si mi punta no afilas,
si no dispones mi grafito como lanza de guerrero,
yo no sería un buen lapicero…
Yo quiero morir entre tus manos,
y que a capas me desnudes,
que mi cuerpo, suave, empuje entre los muslos
blancos de tu carta mi negro parecer.
Dejando estelas del querer, de tus palabras, de tu ser,
en ese virginal trozo de papel
que espera en desespero mi trazo oscuro
para vestir de gala su ser desnudo…
Mi vida entre afiladas garras yo me dejo,
¡Y no me quejo…!
Que sé que mi desdicha es hoy tu dicha
más profunda, cuando traduzco de tu alma
inquieta y pura todos tus sentimientos,
como pincel sobre su lienzo,
y autómata escribo lo que tu corazón
susurra, lento, por mi vena,
que guardo entre madera de buen pino
o cedro o de naranjo, roble, encino,
con esa sangre negra
que sale cuando afinas mi puntera…
…Me muero entre tus dedos,
mas yo no doy mi vida
en vano por perdida,
pues queda entre tus versos esparcida.
…Y yo contento…
© 2014 J. I. Salmeron