Un añito más…

209-2

 

…Hoy cumple un año más mi sobrino-nieto, y ahijado, Guillermo.

Son cuatro años ya de intensa vida, de entregada vida, de sacrificada vida a… ¡jugar…! aprender, disfrutar y observar todo lo que a su alrededor pasa. De confirmar lo injusta que es a veces esa vida cuando compruebas que no puedes tener ese coche que te está mirando de frente, a tu altura, en esos grandes almacenes y que, incomprensiblemente, tus padres se niegan a comprarte. Cuando compruebas que a pesar de tus lloros, pataletas y casi mareos, te obligan a comerte ese plato de comida que no te gusta nada en absoluto y que en nada se parece a los macarrones con tomate que devoras relamiéndote los labios y los rojizos dedos… ¿Por qué no puede haber siempre macarrones con tomate para comer…?

Cuando compruebas que al llegar tu hermana a este mundo, (Susana tiene ahora 17 meses), te obligan a ser el mayor de la casa, el responsable, el que tiene que ceder siempre y dejar que te aplasten tus juguetes de una patada en lo más interesante de tu aventura de vaqueros e indios o de naves marcianas… ¡Qué dura es la vida a pesar de no llegar, ni de puntillas, a poder asomarme por la ventana…! ¿Sabrá la vida que aún soy muy pequeño para todo esto, o es que a partir de los tres años uno ya es mayor para sufrir los más grandes desengaños…? …En fin, serán cosas del crecer. Será que soy mucho más mayor de lo que dicen los de séis años de mi colegio, que me llaman siempre mocoso pequeño…

…El año pasado le escribí para su tercer cumpleaños unas palabras para que no se sintiera tan indefenso ante esta vida, tan grande para él que entre su habitación y su colegio le parecen el mismísimo universo. Para que viera que siempre tendrá de compañeros inseparables a sus años, y que sus padres, a pesar de no comprarle el camión que le miraba a los ojos, le darán mucho Amor y todos los cuidados que él se merece. Y hasta su hermana, que ahora ejerce de dictadora de sus juguetes, será mañana el perrillo que correrá detrás de sus pasos…

…Aunque puede que sea verdad y ya sea muy mayor, pues este verano sabía perfectamente escribir mi nombre en la pizarra, que para esto hay que ser mucho más grande de lo que es su hermana. Aunque las «enes» aún las escriba al revés.

…Tres añitos y un niño
de la mano van.
Van caminando juntos
y piensan:

Los dos mayores seremos
a la par,
que ya van unidos mi destino
y tu experiencia.

Que a tan larga vida
yo quiero sumar
los besos y abrazos
que me da la ciencia

que mis padres tienen
en esto de amar,
y que tanta falta le hace
a mi conciencia…

Pero hoy vámonos solo
a jugar,
que ya tendremos tiempo,
los dos… a la vuelta…

cuando cumplamos pronto
un añito más,
sumándole ese Amor
al costal de la experiencia…

© 2014 J. I. Salmerón