Antes que padre fui hijo, y un día espero que abuelo.
Hoy doy el Amor fraternal que recibí de pequeño.
Siempre sus pasos mi guía. Siempre su voz como aliento.
Siempre mis manos cogidas dando a mi vida un paseo.
Era mi padre el guerrero que ganaba en mil batallas.
El sabio de las palabras contándome adivinanzas.
La vida fuera su escuela, extenso pupitre el mundo,
donde aprender las lecciones que te convierte en adulto.
La voz pausada y serena, templanza, razonamiento.
Encarándose a la vida, dándole un pase de pecho.
Trabajador y hogareño, amante de su familia.
Casi de tonto por bueno con esa gran empatía.
Añorando sus abrazos, recordando hoy esos besos
que para mí eran refugio cuando crecían mis miedos.
“Nada os dejaré en herencia…” Decía siendo ya viejo
sin ver el legado enorme que de él yo llevo tan dentro…
Que no necesito honores, ni oro, castillos o reinos.
Me basta con las caricias que me dabas de pequeño.
Tengo bastante tesoro con haber sido tu hijo,
tus enseñanzas de entonces hoy son diamante y platino.
Yo espero cumplir de padre. Confío estar a la altura
para poder transmitir tanta bondad y dulzura.
Tan solo espero recuerdo de mis hijos en mi ausencia
y que valoren los besos que yo les deje en herencia.