Si hay ganas de besarse
la estatura es lo de menos;
el Amor no tiene edad
ni talla tienen los besos.
No importa que nuestra piel
contenga distintos sueños.
Tú, blanca y pálida luna;
negro de noche mi cuerpo.
Qué más da que nos queramos
tan distantes y alejados
si me atraviesa un recuerdo
y el viento me trae tu abrazo.
Si el mar susurra tu nombre
en el vaivén de sus olas
cuando en la orilla revivo
que te hice mía unas horas.
Lo importante es la pasión
cuando acaricio en silencio
tu desnudo atardecer,
desde tu espalda a tu pecho.
Cuando los labios se buscan
por el desierto, sedientos,
y hasta que no dan cien besos
no sacian la sed del cuerpo.
¡Ay… qué potente es la emoción.
Qué infinito es el recuerdo
que tiene de ti mi boca
pidiéndome aquellos besos…!
Da igual que me hables en prosa
y yo te responda en verso
si al final es en los ojos
donde el idioma entendemos.
Y cada noche que puedo,
al recordar tus abrazos,
me repito aquellos versos
que recitaba al mirarnos:
“¡Pues que comience el festín,
que los labios ya han hablado,
y las ganas nos apremian
para empezar a besarnos…!”