Anoche te confundí
cuando miraba hacia el cielo,
pensé que eras la luna.
¡Te echaba tanto de menos…!
Creí que eras la noche,
toda vestida de negro.
Y las estrellas los guiños
de tus ojos sobre el cielo.
¡qué otra luz se puede amar
que la luna y las estrellas,
qué otra puede ser más bella
que tus ojos al mirar…!
Anoche el denso vacío
se volvió profundo y seco,
y un mar de distancia ahogó
todas mis penas de nuevo.
¡Si fui planeta cercano,
tú luna en cuarto creciente;
no hay río, lago, ni fuente
donde no esté tu reflejo…!
Aunque llegó la mañana,
despuntado tras el alba,
no había consuelo alguno
que al corazón alentara.
Pude ver llorando al sol
lágrimas de lluvia, creo.
Y las nubes, empapadas,
usadas como pañuelo.
Y un corazón moribundo
vi pasearse temprano
al ver pasar mi reflejo
navegando por un charco.
…En un barquito de tinta
se marcharon nuestros versos
y no hubo noche ni día
de este Amor en lejanía
donde rimaran los besos…