Dolió tanto el Amor al partir.
Se hizo tan pequeña y lejana
esa verde vereda…
Y la lluvia, en sus gotas, clavaba
tu adiós en mi cuerpo.
Y la vida, ya rota, a rodar
se dispuso en silencio…
Y vi pasar el ayer, a lo lejos,
sin mirarme a los ojos,
sin pararse a chalar
ni siquiera un momento.
Es posible que ya
no se acuerde de mí,
que no quiera traerme el ayer
en que fui tan feliz.
Quizá extraña mi aspecto.
Por las horas cautivas
que le hice sufrir.
Por los celos que tuve,
por dejarte partir.
Por doblar mi dolor
y llorar en silencio…
Ya lo sabe la noche.
Ella aún guarda el recuerdo
de tu andar, de mis besos,
del sentir de tus labios,
del temblar de mi cuerpo.
Aunque hoy,
no te pueda ya ver.
Aunque hoy,
no te traiga consigo
en su tren nuestro ayer.
Aunque llueva por fuera,
por detrás del cristal
de la acera,
aunque pase la vida,
siempre habrá junto a ti
un Amor esperando
en un alma cautiva…