Sentado en el portal de aquella casa,
entre las sombras que al portón huían
queriendo ser el sol de media tarde,
oí mi corazón cómo latía.
Y no era sinfonía sosegada,
no era el suyo el trotar de otros momentos
cuando el ritmo pausado me entretiene
cantando en mi interior odas y versos.
Más bien latía en su loca carrera
como lo hace al volver de andar ligero
cuando siento escapar por mi garganta
el músculo de vida en su bombeo.
Ignoro por qué apremia acelerado
si apenas de esta silla no me muevo,
tan solo el pensamiento sale andando
viajando entre caminos de recuerdo.
¡Y vuela entre las copas de los chopos…!
¡Y salta lado a lado riachuelos…!
¡Y sube los senderos escarpados
de los montes que añoro de pequeño…!
Y corre de tu mano por los campos,
buscando el abrazarse con tu cuerpo
cuando el sol, poco a poco, en los veranos,
se iba marchando lento por el cerro.
Recuerda el pensamiento en mi recuerdo
cómo nadaban juntas nuestras bocas
en aquellos interminables besos
donde los labios se besaban horas.
Donde era solo el néctar alimento
y un frenesí rozar tu pecho siempre.
Donde a tu cuerpo, pegado a mi cuerpo,
hacía de colchón el trigo verde…
…Sentado en el portal, en su penumbra,
soñando esta emoción a solas pienso,
si el corazón se verá atropellado
por estos sentimientos tan añejos.
Son tan fuertes los momentos vividos
en este espacio tan corto de tiempo
que no me ha de extrañar que se acelere
mi pobre corazón con los recuerdos…
…Sentado en el portal de aquella casa,
latiendo el corazón,
la noche espero…