Fueron desde pequeños los amigos
que juntos siempre van a todas partes.
Fueron como la trompa al elefante,
de carne parecida y siempre unidos.
Fueron la sombra negra al verde pino.
Uno vaina y el otro su guisante,
otro lata y el uno su tomate.
La luz de la farola a su camino.
En un mismo zapato los dos pies.
Con solo una mirada se entendían.
El trueno y el relámpago a la vez.
Y así siguieron juntos día a día
hasta que sin saber muy bien porqué
partieron de repente en dos su vida.
Siempre hay un principio y un final, nada es eterno .
Abrazos para ti de mi con cariño de yo.
Pues sí, Melani, casi todo en esta vida es finito, menos el Amor, que siempre será eterno. ¿No crees…?
Un abrazo y muchas gracias.
El amor nunca muere, solo que a veces cambia de lugar y eso duele .
Abrazos y gracias por dedicarme un ratito de tu tiempo.
Pd; Ah mañana sábado en el supermercado 🙂
¡¡Es así J. Ignacio !!!
Nunca es demasiado eterna una amistad!!!
Abrazos
Pues no, la realidad de la vida, supongo…
Un abrazo, Rosita.
Seguro que en algún momento sus vidas se unen de nuevo, la amistad verdadera nunca muere, solo a veces queda separada por circunstancias, por distancia, por dejadez o por no cuidarla bien. Corto, pero intenso e íntimo poema.
No sé… Tal vez… Otro misterio de la vida
Muy real la poesía.
Pues sí, Stella, parte de la vida…
Muchas gracias por comentar.
Un abrazo