Ella no podía esperar más.
Era comparable a una larga condena.
Todos estos meses sin poder besar
esos labios que sueña encontrar,
estos, sus dulces labios, que mueren de pena…
Nunca se dijeron adiós.
No era su intención tardar
tanto en tenerse de nuevo.
pero así es como ocurrió,
y el pasar de los días dobló su dolor.
Eran besos que son alimento del alma.
Eran besos con ganas.
Eran besos tan tiernos,
que su falta, seguida en el tiempo,
provocó que muriera de Amor.
Su mirada tal vez,
que hay momentos que no la recuerda.
Y ese roce al hablar,
que tan cerca en su cuello sensible,
le impedía, sensata, pensar.
Sin mirar, como loca,
otra calle cruzó a la carrera.
Él estaba, de nuevo, sentado en el banco del parque,
donde a solas en aquellas tardes,
boca a boca le enseñó a besar.
Y al llegar por detrás,
le tapaba los ojos mientras preguntaba
si sabía quién era,
si él notaba también como su corazón se acelera,
Si la vino a buscar…
Es la desilusión esa mueca en su cara.
La amargura vestida de gala
cuando vio y comprobó,
que él no era quien ella esperaba,
que, sin duda, él no era su Amor.
…Una larga condena,
muriendo de pena.
Una lágrima más que de nuevo brotó.
Una historia de Amor,
que como otras lo hacen, al final terminó…
Me encanta
Gracias, Marina, me alegra saber que te ha gustado. Te agradezco que me lo comentes.
Un abrazo
Ay qué muero de pena con tanta distancia y tan larga condena…..
Un saludo poeta.
Ya sabes… la distancia es criminal. La ausencia, una larga condena. Aguantaremos como podamos…
Me alegro que te haya gustado, Make.
Abrazos
Como siempre genial .

La sed de los recuerdos tendrán lluvia de olvido.
Un abrazo amigo y nunca digas adiós .
Gracias por tu comentario, Melani.
Es mejor decir hasta pronto…
Abrazos
Asi es mejor , un hasta pronto aunque no se vuelvan a ver .
Un abrazo y sueña bonito 🙂
Pues sí, lo mejor sin duda…
Un abrazo, Melani
❤
Triste pero bello poema de amor, espera y tristeza. Qué bonito, qué penita…
El Amor siempre viene envuelto de pena, o casi siempre…