Sobre los cielos

Si yo pudiera andar sobre los cielos,
sería, sin dudarlo, una cometa.
Con esos mil colores de su pelo…
Con esa trenza larga que le cuelga…

Pero otras veces quiero ser lucero.
Ser Venus que acompaña con su brillo
las tardes y mañanas de los días
como si fuera un Dios en lo infinito.

Y no descarto que si yo alzo el vuelo,
pudiera ser la nube que hace sombra,
filtrando, de ese sol calenturiento,
los rayos que molestan a deshora.

Sería de la tierra, así, el mal alto.
Sería de mil plantas, edificio.
Sería mástil de toda bandera
que quiera que la ondee por oficio.

Quisiera ser también esa gaviota
que siempre va volando por los mares.
Que sube, y baja, y juega con el viento
como si en barca fuera por el aire.

La luna blanca, llena, de las noches
sería para ser tan envidiado
como es este satélite divino
que acoge con su voz a enamorados.

¡El rayo y la tormenta!
¡La copa de un gran árbol!
¡El pico de montaña!
¡La sombra en un tejado!

¡La linda golondrina!
¡Campana en campanario!
¡Del circo, trapecista!
¡El eco si te llamo!

Si yo pudiera andar sobre los cielos,
esta noche estaría en tu tejado.
Te cogería en brazos, y a lo lejos,
haríamos de estrellas en lo alto.

¡Y así, en nuestro volar,
sin soltarnos las manos,
se haría realidad
el sueño que soñamos…!

Si yo pudiera andar sobre los cielos,
sería todo menos ser humano…

©2018  J.I. Salmerón

 

La nube gris

Apenas dieron las doce.
La nube gris, el cielo nubló.
Campana sobre campana.
Y al sur de aquí, su viento sopló.

Con su viento, su alma.
Tanto volar, cansó el corazón.
Despacio, todo con calma.
El tiempo, al fin, corrió a su favor.

Y desde arriba divisa
al sol encima de ella.
Su panza, gris de ceniza.
Cual Oso está en su caverna.

Abajo, verde pradera,
espera verla llorar.
Y a ella le entra flojera,
y empieza fuerte a mojar.

Descansa sobre el silencio.
El aire va, arrastrando sus besos.
Ya flota sobre sus sueños.
La nube gris, va abrazando los cielos.

Su paso, a veces sereno.
Contando va, cada grano de tiempo.
A veces, rayo y su trueno.
Y en un soplar, solo ves su recuerdo.

Rasgando en esa veleta
su cuerpo, que es primavera.
El agua llena la vida.
Y el río espera que llueva.

Apenas dieron las doce.
La nube gris, va mojando en su pena…

©2018  J.I. Salmerón

Viento

“Te espero en la esquina…”
Le dijo el viento a la tarde.
Y la empujó despacito
hacia la noche en el valle.

“Te llevo hasta el suelo…”
Le dijo después el aire
a esa hoja perezosa
que de su árbol no sale.

Siempre corriendo lo vemos.
Unas veces paso lento,
otras un huracán
que te levanta del suelo.

El aire siempre va hablando
y le gusta despeinar.
Pasar los ríos saltando,
empujar la ola al mar.

“Te puedo dar un paseo
por la noche entre mis brazos…”
Le dijo el viento a la luna,
susurrando, aquel verano.

Y la luna se dejó
llevar por él de la mano.
Hasta que se hizo de día
pasó la noche volando.

Empuja sobre la espalda
cuando quiere ser sorpresa.
Y a veces sopla de cara
sobre tus labios, que besa.

Es frío junto al invierno.
Sobre la lluvia, mojado.
En el verano un infierno.
En primavera es templado.

“Si quieres soplo despacio,
hoy no quiero molestar…”
Pero hay veces que su fuerza
no es capaz de controlar.

Al fin y al cabo es el viento
y sopla, que es su trabajo.
Y nosotros vamos viendo
la manera de aguantarlo.

“Te espero junto a la nube…”
Le comentó a la mañana.
Y sopló hasta medio día
como hace cada semana.

El viento pasa su vida
moviendo su cola larga…

© 2018  J.I. Salmerón

 

En vuelos cortos

Juan I. Salmerón

 

A veces soy puro aire,
ese pájaro viajero
incansable en las mañanas
que vuela surcando el sueño
sobre el barranco de otoño,
amarillos, verdes, ocres,
hacia las tardes de invierno.

En vuelos cortos
vamos cruzando la vida.
Ahora sobre una rama,
ahora sobre un balcón,
ahora sobre el alero
del tejado que diviso
enfrente de la cocina.

Oteando cómo el mundo,
bajo las plumas cansadas
de nuestras pesadas alas,
nos acompaña a golpes
en nuestro ir y venir
desde las noches oscuras
a las pálidas mañanas.

A veces soy una nube,
de lágrimas voy cargado
con ganas de aligerar,
de echarme pronto a llorar
quitándome todo el peso
que va lastrando mis besos
para viajar más liviano.

Siempre buscando ese sol
que me seque el aguacero.
Siempre al azul de ese cielo
que me estimula a volar
sin saber si es aire o mar
por donde pisa mi sueño,
y yo me dejo llevar.

Sobre el barranco de otoño,
en vuelos cortos,
la vida veo pasar…

© 2017  J.I. Salmerón

Te escribo

Juan I. Salmerón

 

El papel está en blanco.
Y mi mente, vacía hace poco,
vuela ahora a lo lejos,
ahora te está pensando.

Y recuerda el momento
de la sombra a tu paso.
Y recuerda el regalo
de tu beso a mi lado.

Y de nuevo te escribo.
Y mi alma alza el vuelo
como cometa blanca
de papel de los sueños.

A tus ojos ya llego.
Es el viento el que suave
va arrastrando palabras
que te mando en el aire.

Y de nuevo mi mente
queda muda un momento.
Y de nuevo te pienso.
Y de nuevo alzo el vuelo.

Otra vez por el aire
busco tus ojos negros.
Los que saben leerme,
donde anidan mis versos.

Te escribo, y mi corazón,
que ha surcado los vientos,
que ha volado a tu encuentro,
ahora yace cansado.

Y descansa tumbado
sobre cada renglón
donde lee tu nombre.

El que siempre he pensado,
el que yo he pronunciado,
ese que él solo sabe.

© 2016  J.I. Salmerón

Me enamoré la otra tarde…

Juan I. Salmerón

 

Me enamoré la otra tarde…

Paseaba por la acera
con mi cámara en la mano
convirtiendo en inmortal
lo que acontece a mi lado.

Cuando vi que al otro lado,
melena al viento volando,
aquella mujer robó
mi atención por un retrato.

Me enamoré sin remedio…

Gafas de sol sobre el pelo
dejando ver que sus ojos,
castaños como la tarde,
dominaban el paseo.

Vestido entallado y corto,
rojo con dos lazos negros.
Cintura que adivinaba
entre su largo cabello.

Me enamoré como un crío…

Parecía una princesa
que fuera esculpida en oro
entre los rayos de sol
que la abrazaban andando.

¡Que no podían dejar
mis ojos de acompañarla…!
¡Que no sabía mirar
a otro lugar que a su falda… ¡

Me enamoré de su cuerpo…

Recuerdo que de sus pasos
aún oigo su tintineo
alejándose en la calle
sin yo poder detenerlos.

Recuerdo hasta su perfume
que el viento, siendo aliado,
entre sus brazos de aire
me trajo como regalo.

…Me enamoré aquella tarde
a pesar de que haga tanto,
de que fuera adolescente
y ella tuviese veinte años.

© 2016  J.I. Salmerón

Ser viento

Juan I. Salmerón

Hay un viento que lleva
a tus brazos recuerdos.
Hay un viento que calma
con su voz tus deseos.

Hay un viento en la tarde
excitado que empuja,
que penetra ondulando
a través de tu blusa.

Que recorre tus formas,
que te besa en silencio,
que susurra “eres mía…”
abrazando tu cuerpo.

Ese viento soy yo
que te lleva aire nuevo
y te abraza mi brisa
que fresca te envuelve.

Y seré tu respiro
cuando el aire te falte,
cuando quieras volar
y en mis brazos te lleve.

Eres tú ese planeta
donde gira mi viento.
Y en la torre, veleta
donde paro por verte.

Y me atrapa tu alma,
y mi soplo, un momento,
se adormece liado
a tus labios y cuello.

Y de nuevo con fuerza
con mis aires despierto,
y te escapas conmigo
entre nubes y cielo.

Y mi brisa te tumba,
y mi voz, solo beso,
y mis brazos el aire
enredando tu pelo.

…La otra noche aquel aire
murmuró desde lejos:
“Deja ya de soñar,
no serás nunca viento…”

Pero yo respondí:
“Si tú hubieras soplado
como yo hice aquel día
atrapando su cuerpo,

tú también morirías,
como yo estoy dispuesto,
por volver otra vez
por un día a ser viento…”

© 2016  J.I. Salmerón

Perdona si molesté dándote aquel abrazo

Juan I. Salmerón

Perdona por el abrazo…
No me pude controlar
en sentir una vez más
tu corazón palpitando.

No podía resistir
al tenerte frente a mí
no volverte a enamorar
al ver mis ojos mirando.

Perdona si molesté
dándote aquel abrazo…

Ya lo sé, que aunque es sentir,
es mejor no enamorarnos.
Y al cruzarnos, dos extraños,
evitando hasta rozarnos.

Pero tú sabes mi Amor,
y yo de tu Amor sé algo.
Y si queremos no amarnos
en otra vida probamos.

Perdona si molesté
dándote aquel abrazo…

Se atropelló el sentimiento
en ese ir y venir
de voluntades huyendo
por no saber qué decir.

Mientras mi boca vagaba
desde tu labio a tu pecho,
el corazón, desbocado,
no daba tregua a querernos.

Se nos quedó estrecho el mundo,
nos resultó tan pequeño
que nos colgaba el Amor
saliendo de sus extremos.

¡Que nos faltaba más aire
para respirar los versos!
¡Que de tu boca a mi boca
No nos cabían los besos…!

Perdona si molesté
dándote aquel abrazo…

¡Fíjate si era pequeño
que si queríamos dentro
mantener el corazón
no le cabía el acento!

…Hoy no puedo arrepentirme,
que yo te abracé queriendo,
sabiendo que hay que arriesgar
para encontrar sentimiento.

Si un día te vuelvo a ver
te envolveré con mis manos,
que yo prefiero sentirte
aunque tenga que decirte:

Perdona si molesté
dándote aquel abrazo…

© 2016  J.I. Salmerón

Una tras otra las nubes

392

Una tras otra las nubes
desfilan hacia el ocaso.
La tarde vence de sueños
y se retira al descanso.

Los verdes pasan a ocres:
Rojo, amarillo, dorados.
La noche guarda silencio
al saltar por los tejados.

Incluso el río en el puente,
donde su voz es más brava,
parece que de puntillas
cruzan calladas sus aguas.

Los sentidos se agudizan.
Oigo unos perros ladrando.
Y las copas de los chopos
saludan desde el barranco.

Desde lo alto del monte
veo los campos soñando.
Ya dejaron sus labores,
se tapan de oscuro manto.

Mi pasear se hace lento.
Me gusta el olor a leña
que la niebla de ese humo
va perfumando en la tierra.

Ya veo brillar las piedras,
al final de mi sendero,
que la farola calientan
como si fuera un brasero.

El aire silba a mi lado.
La calle quedó vacía,
y la sombra de la tapia
ahora es extensa y fría.

Ya no distingo las nubes,
ya los colores se fueron,
y el frío de un nuevo otoño
se apoderó de mis huesos.

La luna quiere asomar,
desde el otero me mira,
acompañada de estrellas
llenan la noche de vida.

Todo cubierto de noche,
todo callado y sereno,
todo un día dice adiós
para dar paso a los sueños.

Todo esto es un disfrutar,
los sentidos reverberan
plenos de satisfacción
inundando las aceras.

Mañana puede que el sol
acompañe tus paseos
y que la noche, al llegar,
traiga tus más dulces sueños…

© 2015  J.I. Salmerón

Aparecí por tu espalda

188

 

Y así fue…
Aparecí por tu espalda,
como susurro de viento,
como una hoja que cae
y en su caída no habla,
tan solo llega detrás
y te acaricia tu alma…

Son emociones intensas
que uno disfruta pasarlas,
aunque nos cueste los nervios,
aunque se encoja mi alma,
pero el final lo merece,
porque al final todo pasa
y todo llega con él,
con el final que te agrada…

Me fui en un soplo de aire
tras abrazarte la espalda.
Dejé tus hombros desnudos
con mis besos tatuada,
dejé un reguero de dedos
con mis caricias marcada.

Y me marche en el silencio
de la emoción contenida,
dentro de un hondo suspiro
donde se ahogaba tu vida,
dentro de tanto Amor
que se quedó a la deriva…

Y así fue…
Volví a remontar el vuelo,
volví a ser solo un murmullo,
volví a ser solo un instante
de la brisa del Amor,
del aire que te envolvió
aquella tarde al amarte
entre los vientos de un sueño…

© 2014  J. I. Salmerón