Rodó la piedra al camino
buscando en la arena huella
donde tu pie de princesa
marcase su corazón.
Apenas sí tuvo en cuenta
que fue mi mano, y la pena,
la que tiraran la piedra
envuelta en tanto dolor.
…Y el pino dobló su verde en tu honor.
Inclinado por el viento,
que en tu perfume embriagó.
…Y el agua del río lloro y frescor.
Como tu risa aquel tiempo
que mi tristeza inundó.
La curva de la vereda
donde mi mano y tu mano
volaron alto y lejano
la tarde de nuestro Amor.
Volvió más recta mi vida
y el besar, sordo y amargo,
pasó de nuevo de largo
diciendo otra vez adiós.
…Y la tarde nuevamente mudó.
Haciendo del día noche,
queriendo ocultar tu Amor.
…Y la pena suplicó mi perdón.
Sentía haber sido eclipse
y ver morir a tu sol.
Rodó la piedra al camino
mientras al borde, el destino,
compartía mi dolor…
©2018 J.I. Salmerón