Fin de fiestas

¡Que apaguen luces y estrellas…!
¡Que cesen las panderetas…!
¡Que enmudezcan villancicos,
que ya acabaron las fiestas…!

Ya vuelve la madrugada,
avisando en la rutina,
que se apagaron los sueños
que los reyes prometían.

Abrazos y polvorones
con brindis de nuevo año,
y alguna lágrima amarga
por lo que estás recordando.

Enero ya se desliza
en año nuevo que empieza,
aunque nosotros subamos
por esta empinada cuesta.

Las fiestas, como es costumbre,
no duran lo que es debido,
y en un chasquido de dedos
su magia se ha concluido.

Atrás quedaros las risas
que entre regalos, envueltas,
fuimos colgando del árbol
para que fueran abiertas.

Pero nos queda el recuerdo,
y el abrazo que nos dimos,
al encontrarnos de nuevo
con aquellos que quisimos.

Total, solo queda un año
y de nuevo volveremos
a encontrarnos con la magia
en Navidad y Año Nuevo.

¡Felicitarnos las Pascuas…!
¡Poner las luces y estrellas…!
¡Y cantar los villancicos
al son de las panderetas…!

…Ya se acabaron las fiestas.
Nos atrapó la rutina.
Ya solo queda esperar
que llegue la Navidad
que está al volver de la esquina.

©2019  J.I. Salmerón

La hoja coja

Puede que sea esta tarde
la última que me veas.
Puede que el viento me arrastre
con las demás a la acera.

¡Que su zarpa me desgarre…!
¡Que sangren todas mis venas…!
Y mi descanso, el final
de otro otoño donde muera.

Uno, por más que lo piensa
cuando nace en primavera,
no es capaz de asimilar
que en el otoño envejezca.

Con lo verde y vigorosa
que nazco de aquellos nudos.
Tan llena de clorofila,
fotosíntesis produzco.

Y luego todo marrón,
sin sangre que me contenga.
Tan seca como un desierto
lleno de polvo y arena.

Me llaman la hoja coja
por andar en una pierna.
Dos manos de brazos cortos,
y un rabillo por cabeza.

Las venas que hoy ves marchitas
eran tan verdes y esbeltas,
que era la envidia del parque
al moverse mi melena.

Hoy quebradiza y enferma,
esperando a que mi invierno
arranque ya de una vez
mi alma del tronco viejo.

La vida tiene final,
lo sabemos si nacemos.
Puede que sea en otoño,
que no pase de un invierno.

Por eso puede que hoy
me despida con un beso,
cuando la brisa me tire
y te roce con mi cuerpo…

© 2017  J.I. Salmerón

Un libro, una historia

…Se puso en pie aquel dragón.
La boca lanzando fuego
y todos muertos de miedo,
sin salida en el rincón.

Pero la espada precisa
que el caballero empuñaba,
salvó de nuevo a la dama
y a la bestia hizo sumisa…

…Mientras, dos hombres de acero
revolver en la cadera.
La mano impaciente espera
ser la primera en cogerlo.

Duelo al sol en el oeste.
Miradas de pistolero,
será de tiro certero
el que al contrario le acierte…

…Pasábamos por la estrella
de una galaxia lejana.
No había nave cercana
que a nuestro auxilio viniera.

En el espacio soñamos.
A la deriva la suerte,
flota en la nave la muerte,
solo un milagro esperamos…

…Era de manzanas verdes.
Dulces todas y sabrosas
que de esas ramas hermosas
tú recogías los viernes.

Yo te esperaba sentado
a tu vuelta de la huerta.
En una silla, en la puerta,
por probar tan buen bocado…

…Por hoy creo que ya vale.
Cerraremos estos libros
aunque sean como amigos
llenos de cuentos dispares.

Mañana continuará
cada uno por su historia,
sin fallarles la memoria
narrando qué pasará.

Que no te puede faltar
un libro en que cada día
una historia cobre vida
para volver a soñar…

© 2017  J.I. Salmerón

Otro otoño

Tiene color caramelo la tarde.
Tiene esa luz que te invita al paseo.
Tiene ese sol que en poniente nunca arde
pero que da calorcito de besos.

Tiene ese viento que calma el ardor
cuando nos quema por dentro el deseo.
Tiene igual ritmo que tu corazón
viendo a la lluvia mojando el recuerdo.

Otoño guarda en sus manos colores
pintando con brocha plácidos sueños.
Los ocres dormitan sobre cada hoja
que, lenta del árbol, vuela hasta el suelo.

Púrpuras, rojos, y los amarillos,
visten de gala colores intensos.
Y por las tardes el frío amenaza
calando en abrazo todos los huesos.

Llegando la calma a las arboledas
que al borde del río siempre descansan,
guardando su margen son centinelas
y en días de niebla esconden sus ramas.

Otro otoño más que nos acompaña
Inundando de versos con su aroma,
como grita humo la hoguera de leña
calentando el alma si el miedo asoma.

Otro otoño que rompe su silencio
esperando a que cruce aquel verano
por delante de todos los momentos
de la vida de los que lo observamos.

Tiene color amapola la tarde
cuando en las nubes se ve su reflejo.
Tiene una lágrima cada mañana.
Tiene un azul transparente su cielo.

Tiene hoy apresada el otoño mi alma.
Tiene el otoño mi corazón preso.
Tiene mi Amor entregado por siempre,
siempre en otoño, esperando invierno…

© 2017  J.I. Salmerón

El hombre recto

 

Siempre va creciendo a capricho del viento,
según va empujando el aire en su cuerpo.
Hay veces que doblan sin querer su empeño
aunque siempre intenta ser un hombre recto.

Abrigo tupido guardando su adentro,
con remiendos verdes y amarillo viejo.
Algún que otro roto con un agujero
que a veces parece nido de jilguero.

Tiene tantos brazos que abarcar no puedo,
cada cual su mano con sus largos dedos.
Y arriba cabeza con pelo y sin pelo,
pues eso depende si mayo o enero.

Arrugas llenando casi todo el cuerpo,
signo de los años que lleva creciendo.
Que a todos nos pasa, aunque no queremos,
nos marcan los años por fuera y por dentro.

Siempre está esperando cuando me lo encuentro.
Siempre el mismo sitio, siempre espera quieto.
Y cuando me cruzo se inclina un momento
como si dijera: “adiós caballero…”

Incluso parece que me habla en secreto
y más que palabras sonidos encuentro.
Es como si hablara soplando de lejos,
como si en un árbol sus hojas movemos.

Sus extremidades jardines del cielo,
sujeto en sus brazos el nido con huevos.
Raíces con vida sujetas al suelo
que sobre sus dedos transmite al jilguero.

Ya es de la familia este árbol longevo.
Sus años de vida ni idea yo tengo.
Solo sé que está cuando yo paseo
para acompañarme al ir y al regreso.

¡Ahí sigue creciendo el árbol del huerto
aunque yo lo vea como a un hombre recto…!

©2017  J.I. Salmerón

Eran las tres

 

Eran seguro las tres,
las tres de la madrugada.
Las tres mirando de frente
con la barbilla bien alta.

Tres brazos tocando cielo.
Tres manos de grandes palmas
queriendo coger estrellas
para entregar al que pasa.

Si el árbol que las custodia
hiciera que de sus ramas
la madera fuera asiento,
ellas serían sus patas.

Siempre esperando las tres,
las tres de la madrugada,
a jugar las cuatro esquinas
si quieres acompañarlas.

No doblan sus convicciones
los vientos que por las noches
empujan en la placita
a estos tres bravos cañones.

Siempre firmes, en alerta.
Refleja su piedra bronce
las marcas de las batallas
que produjeron los hombres.

Estas tres cabezas grises
que ya van peinando canas
no temen que pasen años,
temen si son ignoradas.

Por eso todas las noches
a las tres de la mañana,
a las tres de cruz tan alta
puedes oír cuando pasas.

Hablan de pájaros libres,
de hombres que van sin rumbo
y a sus pies paran y lloran
rezando por sus difuntos.

Hablan de la soledad,
aunque están acompañadas,
de las tres cuando es de noche
y nadie para a escucharlas.

Si pasas sin hacer ruido
puedes oír que te llaman.
Si pasas verás las tres.

Las tres cruces que presiden
la placita de Sigüenza
a las tres de la mañana…

© 2017  J.I. Salmerón

La siesta

 

Las sábanas de colores,
entre amarillas y verdes.
La estructura de madera.
Y la almohada en cabecera,
el tronco que lo sostiene…

Era mi cama de ensueño
el árbol de la pradera.
Siempre abrazando ese cielo
que de azules hace techo
encima de mi cabeza.

La mejor de las orquestas
va adormeciendo mi mente,
el canto de los jilgueros,
de mirlos y petirrojos,
y el ruiseñor si anochece.

Cerca, sobre la mesilla
que era la verde explanada,
el despertador alerta
por si se alarga la siesta:
¡El río con su cascada…!

La tarde se vuelve fresca.
La sombra empapa mi alma.
El sol se cuela de pronto
dejando apenas rescoldo
detrás de esas dos montañas.

Sus ramas me lo susurran,
y acariciando me llaman
para avisarme que llegan
los aires que ya atraviesan
el valle con fría escarcha.

¡Esta tremenda pereza
que da abandonar la siesta…!
¡Abandonar a mi árbol,
la cascada con su presa,
la música de mi orquesta…!

Recojo de nuevo el sueño
y a mi mochila lo meto.
Ya se encienden los faroles
del camino que hace cuesta
hasta llegar al cemento.

Volveré otra vez mañana
a mi árbol de la pradera.
Charlaremos de los sueños
que entre sus ramas jilgueros
hacen perfecta mi siesta…

© 2017  J.I. Salmerón

Uno, dos, tres, cuatro…

Juan I. Salmerón

Contaba siempre los pasos
que hay desde el árbol de la plaza,
uno, dos, tres, cuatro…,
hasta el mismo portal de tu casa.

Contaba las veces, ¡tantas!
que mi corazón palpitaba
cuando te veía pasar
al lado de mi esperanza…

Uno, dos, tres, cuatro…
Y nuevamente, detrás del árbol
de grandes ramas que hay en la plaza,
yo me sentaba por si pasabas.

Y si salías a tu ventana
yo era la sombra que te abrazaba.
Siempre contando las veces
que por la reja tú te asomabas.

Contaba los días que no te veía.
Uno, dos, tres, cuatro…
Unos azules y despejados,
otros más grises de lluvia fina.

También las risas sobre tu cara
contaba un día por la mañana
que en un descuido vi que tus ojos
hacia los míos miraban.

Uno, dos, tres, cuatro…
Contaban mis ganas.
Uno, dos, tres, cuatro…
Mientras soñaba que te abrazaba.

¡Porque quería salir corriendo
y de capote tomar tu falda
mientras tus besos, como un estoque,
atravesaban mi alma…!

Uno, dos, tres, cuatro…
Uno, dos, tres, cuatro…

…Siempre contaba mientras te ibas
dejando sombra tras de tu espalda
pidiendo al cielo que me dejara.
¿Podré contar otra vez mañana…?

Siempre sentado en las cuatro esquinas
del árbol viejo que hay en la plaza.
Siempre esperando verte mañana…
Uno, dos, tres, cuatro… Siempre contaba.

© 2016  J.I. Salmerón

Adrián

260 (2)

«A mi recién nacido sobrino Adrián…»

De la tarde es el sol que se aleja
al pasar las montañas,
como sé que es el agua, al llover,
de la nube en tormenta.

Del vaivén que el océano mece
es la ola en la playa.
De la flor de la rama de un árbol
es el fruto que cuelga.

Hoy llegó vuestro sol
como lluvia al frescor
y una ola cubrió
vuestra playa de Amor.

Y a la sombra del árbol que crece
con fuertes raíces
le ha brotado una rama de Amor
que tendrá vuestros frutos.

Diminuta es la flor que ha nacido
en la rama de vida
pero al sol, con la lluvia y Amor,
será fruto maduro.

Es su lloro el cantar
de una estrella fugaz
que nació, como el sol,
sobre olas de mar.

© 2015  J.I. Salmerón

Proyecto fotográfico “El Desastre de Sofi” – Día 30 – Otoño

Hoy ponemos fin al proyecto fotográfico de «El desastre de Sofi»,  (https://eldesastredesofi.wordpress.com/2015/08/29/proyecto-de-fotografia/?c=690#comment-690)

Fue muy interesante participar y poder darle mi punto de vista fotográfico al tema que Sofi proponía para cada día del mes. Gracias por hacerme pensar, Sofi, espero haber estado a la altura.

Hoy, como despedida, propones un tema muy adecuado: «Otoño» Melancolía pura, al igual que ocurre al terminar con algo, bien sea un proyecto, un mes, un bonito paseo o un intenso beso. Otoño, termina un ciclo y todo se ralentiza, las luces son más tenues, más cálidas, más cobrizas. El sol tan solo acaricia lo justo para que sintamos su calor de forma tenue, como un apretón de manos, como un abrazo en el parque, bajo la rama de un árbol, bajo sus hojas de oro, bajo la luz de la luna, de una gran luna de otoño…

Hasta el próximo proyecto.

 

Juan I. Salmerón

© 2015  J.I. Salmerón

Proyecto fotográfico “El Desastre de Sofi” – Día 15 – Piel

Sofi no pide hoy una fotografía con el tema «piel» en el desastredesofi.wordpress.com: “Ciudad” (https://eldesastredesofi.wordpress.com/2015/08/29/proyecto-de-fotografia/?c=690#comment-690),

Hay tantos tipos de piel, natural, artificial, sensible, ruda, suave, oscura, blanca, con y sin pelo… Yo me decanto por una natural, una piel que siente, que trasmite, que cuando la tocas te hace estar más cercano del mundo natural en el que vivimos. Yo me he decantado por la piel de un árbol, por la de el alma de los libros…

 

Juan I. Salmerón

© 2015  J.I. Salmerón

Te quiero tanto, tanto, que ya no te quiero

053

 

te quiero tanto, tanto,
que ya no te quiero,
porque de tanto quererte,
de tanto dolor,
muere mi Amor hoy por dentro…

…Es posible que no sienta,
que sea un palo, una piedra,
que sea un tronco de árbol
y solo la sombra sienta…

Lo difícil no es sentir,
es transmitir lo que sienta
para que puedas decir:
«sé que por mí esto lo piensa…»

De si es verdad lo que sienta
y no dudes ya más de mí,
no dudes que sea cierto
lo que yo sienta por ti…

Por eso ya no te quiero,
porque de tanto quererte,
de derrochar sentimiento,
muere mi Amor de dolor,
muere mi Amor en lamentos…

© 2015  J. I. Salmerón

Ya corren locas las hojas

087

 

Ya corren locas las hojas
arrastradas por el viento.
Ya buscan dónde esconderse
para evitar su destierro.

Se esconden en la esquinas
y en los portales abiertos.
Se agarran por alambradas,
se cuelan en sumideros.

¡Que no quieren terminar
muertas en el vertedero,
que no quieren que sus cuerpos
terminen rojos de fuego!

Y es que ellas tan solo quieren
volver a vestir de cobres
las alamedas, los bosques,
y las calles que recorres.

Y así cubrir tus paseos,
hacer mullidos tus pasos
como una alfombra de besos
que acarician tus zapatos.

Que antes era su deseo
tu cuerpo bajo sus ojos
cuando del árbol colgaban
sus verdes, gualdas y rojos.

Y hoy ya te pueden besar,
tocar tu pie desde el suelo,
hacerte casi volar
como en el más lindo sueño.

Por eso huyen del viento,
para seguir a tu lado,
para alfombrarte tu vida,
para morir a tus pasos…

…Ya corren locas las hojas
para envolverte de otoño,
ya quieren hacerte un manto
para abrigarte otro año…

© 2014  J. I. Salmerón