La chistera

 

…Le oía llegar.
Iba pitando según pasaba.
Y la sonrisa tras los cristales…
Y su mirada tras unas gafas…

Bajo una sombra
llegaba siempre por la mañana,
y estacionaba junto a la plaza,
freno de mano y allí bajaba.

Abría el portón.
¡Allí dentro encontraba la magia…!
Desde un cuaderno donde escribir,
a unas verdes y dulces manzanas.

Jabón de fregar,
zapatillas cubiertas de flores,
“las rosquillas las hizo la abuela…”
Y un ungüento para los dolores.

¿Cómo era aquello…?
Parecía más bien la chistera
donde no tiene fin lo que saca.
“No llevo hoy… se lo traigo mañana…”

Siempre su risa
puesta como mandil en su cara.
Siempre amable y cortés atendiendo,
siempre: “adiós, gracias… feliz semana…”

…Ya no recuerdo,
y por más que he querido y lo intento,
cómo era su nombre de pila,
cómo la gente llamaba al tendero…

Pero ya da igual…
Ya no oigo el motor acercarse.
En la sombra no está su mirada.
Ya no hay sonrisa bajo sus gafas.

Y su chistera,
en la tapia quedó abandonada
con las ruedas pinchadas y viejas,
sin cristales, la chapa oxidada.

Pero es así…
Cuando uno descubre los trucos
que la vida nos va desvelando,
se da cuenta que no queda magia…

© 2017  J.I. Salmerón