El alma se ha derrumbado

El alma se ha derrumbado,
como la casa vacía…
El alma, sin su tejado,
moja con lloros su vida.

Y cada tabla, y su clavo,
clavan su extremo a la viga.
Y cada viga, en su palo,
van sujetando los días.

En cada puerta que abría,
una emoción contenida.
En cada puerta cerrada,
él su misterio tenía.

¡Ladrillos que andan sujetos!
¡Cemento que cierra heridas!
Y maquillando paredes,
una de cal blanca y viva.

Eran de alegres chillidos
sus pasillos y caminos.
Hoy solo pasa el silencio
corriendo sin hacer ruido.

¡Y la tarde hacia lo oscuro…!
¡Y la mañana en domingo…!
Y una noche, con estrellas,
hasta quedarse dormido.

Empuja así el sentimiento
paredes, tejas, y nidos.
Empuja cada madera
con vientos enfurecidos.

A veces sale el recuerdo,
paseando despacito,
atravesando jardines
que hoy llenan cardos con pinchos.

El alma se ha derrumbado.
El corazón tiene frío.
La pena vive en la calle.
La casa, sin su tejado,
ya no les presta cobijo…

©2019  J.I. Salmerón