Marchamos para volver.
Siempre a la espera.
Partimos sobre la lluvia
de aquel atardecer.
Las nubes sobre la piel.
Mojada esencia.
Las gotas, puestas en fila,
no paran de caer.
Y es tan gris el asfalto
como lo era ese cielo.
Y era gris el plumaje
de ese ave al volar.
El camino, en las nubes,
es a veces incierto.
Pero el sol siempre espera
a que quiera escampar.
¡Y de pronto hay un trueno
que retumba abrumando!
Y una voz que nos dice:
“vamos a despegar…”
¡Y la nube y el rayo
vienen a visitarnos!
Y en el cielo, flotando,
somos nave en el mar.
Ahora somos la luz
que supera las nubes.
Somos, de un tirachinas,
proyectil volador.
Somos la conclusión
del viajero que huye.
Somos meta y salida
de cualquier maratón.
Y nos volvemos a ver.
Se va y regresa.
Los brazos siempre te esperan.
Y los besos también.
Cualquier viaje, al regresar,
valdrá la pena.
Esa emoción, y el sentir,
si yo te vuelvo a ver.
Marchamos para volver…
©2018 J.I. Salmerón