La mujer sin tiempo

Ella era la mujer sin tiempo.
Siempre deprisa, siempre corriendo.
Era su tren el pasar del reloj.
Y las manillas de los minutos,
el vagón donde viajan sus sueños.

Temía quedarse de pronto un día
sin tiempo bastante que disfrutar.
Siempre atrapada en la misma esquina,
esclava en lo eterno de los segundos.
Siempre el reloj apurándola está.

Por más que buscaba, no hallaba
una hora de más en su vida.
Los minutos pasando debajo,
y ella arriba, observando en el puente,
viendo el tiempo como se escurría.

Hasta que un día no pudo más
e hizo frente al pasar del momento.
De la aguja del reloj tiró,
y frenando con fuerza hacia atrás,
fue robando segundos al tiempo.

Desde entonces su vida cambió,
no tenía sentido ir deprisa.
Tuvo tiempo de saborear
cada rayo de sol, cada beso
de Amor, cada soplo de brisa…

Nunca más fue su vida un reloj.
No sería la mujer sin tiempo.
Los segundos se hicieron minutos,
y aprendió de nuevo a disfrutar
cada instante que vamos viviendo.

Ahora va regalando su tiempo
a la gente con la que se cruza.
La estación a su tren lo detuvo,
y ahora sabe bajar al andén
y esperar, porque no tiene prisa…

© 2017  J.I. Salmerón

Si un día disfruté

Juan I. Salmerón

 

Si un día disfruté fue entre tus brazos.
Si un día fui feliz fueron tus besos
los que al besarme intenso
lo lograron.

Y así tu vida en mí se fue marcando.
Como esa huella que al pisar descalzo
deja siempre constancia
de su paso.

Amor intenso,
el que sentimos en la madrugada,
que como aguja el alma nos punzaba
y hacía desangrarse el corazón.

Aquellos cuerpos,
que se entregaban a tanta locura,
y solo la pasión y la lujuria
eran camino de la salvación.

Recuerdo el palpitar sobre tu pecho.
Y tu voz reclamándome más besos
de mi boca a tu cuello
tan dispuesto.

Recuerdo pasear tu piel desnuda.
Y como mi querer se atravesaba
entre tu Amor en celo
y mi luna.

Hoy no me olvido,
cómo tus ojos buscaban los míos
al zambullirse en ese azul marino
donde flotaba todo nuestro Amor.

Al perseguirnos,
armados de los besos y cariños
aquellas tardes donde sin mentirnos
juramos ser eterno nuestro Amor.

Si un día disfruté fue entre tus brazos
y entre tus besos que aún sigo añorando…

© 2016  J.I. Salmerón

Tarde…

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Tarde…
Es tarde, dice el reloj,
que son las tres menos algo.
Es tarde, dice la noche
maullando por los tejados.

Tarde se ha hecho de nuevo
y yo aquí sigo esperando
a que regresen las musas,
que me han dejado olvidado.

Tarde…
Es tarde, dice el trinar
del ruiseñor con su canto.
Es tarde, dice el misterio
de la sombra tras el árbol.

Tarde para conjugar
el verbo sobre mis labios,
ese que dice que Amar
en presente es “yo te Amo”.

¡Tan tarde se ha hecho ya
que la culpa se ha tumbado
y así los remordimientos
disfrutan de lo bailado!

¡Tan tarde puede que sea
que acecha ya el despertar
pues el dormir hace tiempo
que se marchó a descansar!

Tarde…
Es tarde, dicen los sueños
que susurrando me llaman.
Es tarde, dice un refrán,
si quiero ayuda mañana.

Tarde para ir a bailar,
que la verbena se acaba.
Tarde para disfrutar
en el portal de tu casa.

Tarde…
Es tarde, dicen silbando
los álamos del camino.
Es tarde, dicen llorando
las lágrimas de rocío.

Tarde para pasear
y de la mano ir cogidos.
Tarde para enamorarte
que hoy el tiempo me ha vendido.

¡Es tarde, pero me da igual,
que a mí me gusta el lucero,
y acompañar a la luna
en su viajar tan ligero!

¡Es tarde, pero hay remedio.
Mañana a la misma hora
nos veremos en mi alcoba
a ver si se alarga el tiempo!

¡Que ya lo dice el proverbio:
Que yo prefiero tardar,
aunque tenga que esperar,
a nunca verte de nuevo…!

© 2016  J.I. Salmerón