Equilibrio

 

Siempre el calor de la mano del sol,
derritiendo los charcos donde me refresco.
Siempre está el sol asomado al balcón
de las tardes de agosto que traen viento seco.

Y entre tanto la luna tan fresca,
dando abrazos glaciales hasta que amanezca.
Repartiendo en el cielo la escarcha,
convirtiendo en helados destellos de estrella.

En el amanecer, muy temprano,
cuando el campo deja de llorar roto en noche,
sale el sol sobre el mar calentando
y templando la vida sobre el horizonte.

Es igual que el ocaso en la tarde,
que el calor que de día curtió los trigales,
con un soplo de luna no arde
al ponerle una capa de escarcha y taparle.

Siempre muere el calor con la luna,
siempre arropa a la noche el silencio tan frío.
Tan helado mirar que no hay cuna
donde duerma caliente el caudal de su río.

Pero vuelve el calor con su día,
sofocando el camino desnudo de sombras.
Convirtiendo en erial por sequía
lo que anoche era oasis de verdes alfombras.

Como todo en la vida
lo mejor la balanza en su justa medida.
Lo mejor equilibrio,
que lo mucho calienta y si es poco, da frío…

© 2017  J.I. Salmerón