La edad de la tramoya

La edad de la tramoya.
La que sujeta cada escena y decorado.
La que dibuja esa sonrisa
que a todo público
deja simplemente enamorado.

La edad de la inocencia
cuando estamos empezando.
La edad de la razón,
aunque tú ya sabes bien
que de nuevo te estás equivocando.

Es la edad de cada uno,
de los nuevos y los viejos,
de cada uno de los tiempos
en que en esta falsa vida
nos pasamos ensayando.

Como si no pudiéramos
dejar nada al azar,
en las manos del destino,
en la incierta lotería
de la vida que se ve en el escenario.

Es la edad de cada tabla
que debajo de las luces
mortecinas de esta vida,
que es teatro,
cada día yo he pisado.

Cada vez que la butaca está vacía.
Cada vez que los temblores
de esa edad tan implacable,
van marcando la salida
y el final de lo ensayado.

Una edad que sabe a veces
como caramelo amargo…
Como a vino avinagrado…
Como a pasos en arenas
que te hunden en el barro…

Siempre estamos estrenando,
cada día al levantarnos,
un guión para exponer.
Un esquema del discurso.
Un monólogo de barrio.

Hoy la edad me está venciendo
Y apenas me he dado cuenta.
Y mañana tengo estreno
de lo que tengo ensayado,
de lo escrito en esta obra.

Que comienza cuando naces
y que cada escena encierra
lo que ocurre cada año,
entre sueño y realidad,
entre actos de tramoya.

©2019  J.I. Salmerón

La misma fotografía

Me llamaste la atención
al verte subir la cuesta.
Vestido blanco de fiesta
y pelo a lo Marilyn.

Y lo que más me gustó
fue ese ojo tan bonito
enfocando al infinito
de tu cámara sin film.

Enseguida comprendí
que eras de imagen ladrona
haciendo toma tras toma
en cámara digital.

Nos conectaba el Amor
por el paisaje tan bello,
en vertical tu destello
y mi encuadre horizontal.

Por eso al verte ahí
haciendo la misma foto,
y aunque me taches de loco,
fue que yo me enamoré.

Así que haciendo lo mismo
quise robarte una foto
poniendo en tu cara foco
volviendo eterno el ayer.

La imagen que nos unió
no pudo ser tan casual
por eso en tal para cual
es hoy letra de un poema.

Tú seguiste con tus fotos
y yo seguí con las mías,
y aunque han pasado los días
sigo soñando la escena.

Me llamaste la atención
y ni yo te vi la cara
al tenerla tan tapada,
ni tú me viste la mía.

Es lo que tienen las cosas
de cruzarse por la calle,
es lo que marca el detalle
de amar la fotografía…

© 2017  J.I. Salmerón