Rebajas

Te conocí en las rebajas
comprándome unos zapatos.
Tú paseabas melena
y bolso gris bajo el brazo.

Rubia hasta un punto platino.
Rubio sin trampa ni engaño.
Pantalón y blusa a flores
de colorido estampado.

El perfume era discreto
pero acababa enganchando.
Florales notas intensas
como jardines en mayo.

Primero fueron tus pasos
los que yo intuí a mi lado.
Ligeros y a la vez firmes.
Serenos pero apretando.

Pero lo que más recuerdo
fue ese verdor al mirarnos.
El campo de primavera
que tus ojos regalaron.

Era entre pícara y limpia
tú mirada, casi ingenua.
Era esa intensa alegría
que fulmina cualquier pena.

Tu cuerpo era de ese mimbre
que sobre el río cimbrea
bailando todas las tardes
al son del aire en la arena.

Y tus labios el descanso
del guerrero que guerrea.
Y tu risa la victoria
de cualquier guerra que pierda.

Según llegaste te fuiste,
como una sombra en la acera.
Y ni a preguntarte el nombre
me dio a mí tiempo siquiera.

¡Y verte partir dolió…!
Aunque como imagen fuera
la mejor que estos dos ojos
hace tiempo que ellos vieran.

Por eso, siempre que puedo,
cuando anuncian las rebajas,
voy a la zapatería
y me siento por si pasas.

Y allí me paso las tardes
entre tacón y puntera,
entre suelas y cordones,
escuchando a las clientas.

Para volver a sentir
esas pisadas inciertas.
Por oler a flor de fiesta.
Por ver esos ojos verdes
entre tu rubia melena…

©2018  J.I. Salmerón