Lo mucho que lloré por tu querer

 

De nuevo vi tu rostro tan lejano,
te vi pasar tan fuera de mi vida
que fue como un sabor a despedida,
como un adiós de tu mano a mi mano.

Ya sé que tú y yo nunca nos besamos.
Que jamás fuiste al fin del todo mía.
Y en ese callejón de lluvia fría
mi pobre corazón rompió en pedazos.

Pero es que desespero, sin mentirte,
cómo por mi esperanza te busqué
hasta que el corazón decidió irse.

La vida es tan difícil de entender
que nunca sé muy bien cómo decirte
lo mucho que lloré por tu querer.

©2017  J.I. Salmerón

Ahora que no nos vemos

Juan I. Salmerón

 

Ahora que no nos vemos,
ahora que tus ojos no miran mi corazón.
Ahora que estamos lejos,
ahora siento profundo el dolor.

Si tuviera la oportunidad,
si tu mano cogiera mi mano.
Si tu boca preguntara dónde está,
tal vez lo seguiría intentando.

No quedó tiempo para vernos.
No quedó risa en la cara dibujada.
No quedó Amor de un nuevo intento,
solo lágrimas y un triste adiós en las palabras.

Nunca entendimos por qué.
Nunca fuimos al final lo suficiente.
Siempre averiguando dónde fue
aquel barco de papel de nuestra fuente.

Tatuada está la piel de los recuerdos,
marcada siempre de besos mi cara,
unos surcos tan profundos que no puedo
borrar tus labios de carmín de mis entrañas.

Ya sabrás el lugar donde te digo,
ya conoces esas flores deshojadas
a quién tantas madrugadas preguntamos
si no estarían de verdad equivocadas.

Ahora que ya está oscuro.
Ahora que tañen las campanas moribundas de mi alma.
Ahora que siento el frío,
ahora creo recordar cuánto te amaba.

© 2017  J.I. Salmerón

Hay amistades eternas

Juan I. Salmerón

 

Hay amistades eternas
que se agarran al recuerdo
y componen sin saberlo
nuestros pasos cada día.

Que tomadas de la mano
acompañan emociones
y se quedan a vivir
en la mente de por vida.

Hay gente tan importante
que es parte de la memoria
y llenan esos rincones
que se quedaron vacíos.

Y van llenando de luz
las sombras donde deambula
ese vacío que ayer
pensamos dar por perdido.

Hay caras que no se borran
de aquella imagen de sueño
y si cerramos los ojos
los abrazamos de nuevo.

Y siguen a nuestro lado
a pesar de estar ya lejos.
Siguen llenando el espacio
aunque creamos no verlos.

Hay gente que es a la vida
el respirar de diario.
Los que un día conocimos
y pensamos olvidados.

Aunque creamos ausentes,
aunque sintamos lejanos,
aunque la vida ocultara
su cara por tantos años.

Siempre estarán con nosotros,
siempre tendida su mano,
siempre su sombra estará
paseando a nuestro lado…

© 2016  J.I. Salmerón

Hoy cierro los ojos

Juan I. Salmerón

Hoy cierro los ojos
y noto tu mano cogiendo mi mano.
Hoy guardo silencio
y escucho tus labios diciendo “te amo…”

Y el perfume que lleva tu Amor,
cuando pasa a mi lado,
va impregnando el paseo al ayer
mientras voy recordando.

Que no hay lágrima que en su dolor,
cuando moja mi alma,
no me deje arañada la voz
y secuestre mi habla.

Hoy miro a lo lejos
y te veo volver de nuevo a mis brazos.
Hoy siento aquel beso
que tu boca pintó de rojo en mis labios.

Y el camino que fuera de dos,
el que juntos andamos,
en desierto cubierto de adiós
se quedó abandonado.

Ni la luna se quiso vestir
con su blanca mantilla,
ni hubo estrellas colgadas de luz
que sirvieran de guía.

Hoy cierro los ojos
y siento mi vida que se va apagando.
Hoy solo el silencio
ocupa la ausencia que voy recordando.

© 2016  J.I. Salmerón

Te olvidarás

Juan I. Salmerón

Te olvidarás de mis besos
de mis ojos y mi cara.
Te olvidarás de que un día
fui el trovador de tu alma.

Te olvidarás del abrazo
entre las sábanas blancas
donde tu cuerpo y mi cuerpo
mil historias se contaban.

Seguro que de mi mano
cuando tu pelo enredaba
y con sus dedos inquietos
tus labios acariciaban,

Cuando corrían desnudos
desde tu pecho a tu espalda,
olvidarás sus caricias,
olvidarás que te amaban.

Y de mis sueños y anhelos,
de esas noches embrujadas
que guardamos su recuerdo
debajo de nuestra almohada,

Te olvidarás que durmieron
noche tras noche hasta el alba
como un día olvidarás
volver de nuevo a esta casa.

Apuesto que olvidarás
a todas esas palabras
que entre pliegues de poemas
en versos te regalaba.

Las que presas de un papel
a tinta y lápiz marcadas
esperaban el indulto
de tu voz al recitarlas.

Incluso puede que un día
al despertar de mañana,
ya no logres recordar
dónde se han ido a parar
los besos que yo te daba.

Un día te olvidarás
y no podrás recordar
que mi Amor a ti te amaba…

© 2016  J.I. Salmerón

El fin del invierno

185

Ya no me acordaba
de ese sol sobre mi cuerpo.
No sabía distinguir
si era tarde o era noche
en este lánguido invierno.

Todos los pasos que di,
todos los árboles secos.
Todo oscuro, a descubrir.
Todo luces de farola
a lo largo del sendero…

El cuerpo se quedó preso,
dormitando entre el abrigo
y las ascuas del brasero.
La mirada siempre ausente
en brazos de algún recuerdo.

Ya no me acordaba
del andar sobre tu pelo.
Si tu blusa, sus botones,
me miraban con deseo
al posar mi mano en ellos.

No podía recordar
si eran muy altos tus besos
y tenía que empinarme
para tus labios rozarte
y llenarnos de deseo.

Y es que es tan largo el invierno
que por eso no me acuerdo
si quedamos para vernos
o fuera un guiño de estrella
la que me llamó de lejos.

Si tu falda, a la carrera,
levanta largo vuelo.
Si tu mano la tomaba
alternada entre mis dedos
o era otro efímero sueño…

Por eso esta primavera
se hace titán mi recuerdo,
y vuelve la luz del día,
y vuelvo a sentir tus manos,
y llego de pie a tus besos.

Y recuerdo que quedamos
en que debíamos vernos.
Porque tu blusa y mis ojos,
sus botones y mi alma,
se añoraban con deseo.

© 2016  J.I. Salmerón

Yo sé que noches oscuras

Juan I. Salmerón

Yo sé que noches oscuras
nos acechan asustando.
Que las hojas son caducas
y los ríos llenan mares sollozando.

Que el recuerdo no se olvida
a pesar que lo intentamos.
Que los roces de las manos
en el alma, como clavos, los llevamos.

Yo sé que nos duelen hondo
los caminos al andarlos.
Que nos pesan y se cierran,
por el mirar, nuestros párpados.

Que esperamos en la noche,
en su sombra, agazapados,
a que lleguen las mañanas
y sus luces a abrazarnos.

Ya lo sé, que soy consciente.
Ya lo sé, que esto hace daño.
Que el destino siempre empeñe sus razones
en querer de nuestra vida hacer un llanto…

Pero la vida amanece
con la esperanza mirando
y esa sonrisa de Amor
que el sol regala en lo alto.

Siempre nos queda camino
para seguir avanzando.
Siempre habrá algún hombro amigo
Para de pena empaparlo.

Siempre habrá un día después,
siempre habrá luna en lo alto.
Y si miramos al lado,
siempre una mano esperando…

© 2015  J.I. Salmerón

Era tan fría la tarde

Juan I. Salmerón

Era tan fría la tarde
que puede que fuera invierno.
Aunque la luz era azul,
azul celeste, recuerdo…

Yo iba contando adoquines
de esos cuadrados del suelo,
mientras subido a la acera
en equilibrio paseo.

Llevaba botas de campo
de esas de cordones negros,
y calcetines de lana,
y bufanda gris al cuello.

Las manos en los bolsillos,
como buscando un recuerdo,
y el pensamiento en las nubes
soñando lejos del suelo.

No me cruzaba con nadie,
ni un alma había en la calle,
solo un silencio helador
aún más frío que la tarde.

Crucé por mitad del parque…
¡Me encanta pisar las hojas
que pintando de tostados
hacen camino de alfombra…!

Soplaba el aire a mi espalda
ayudando a que mi andar,
sin yo poder evitarlo,
fuera ligero y audaz.

Y me senté a descansar
sobre la piedra del banco
donde una tarde en verano
vimos al río mirarnos.

Donde tu mano buscaba
poder encontrar mi mano,
donde los besos sonaban
a sentimientos robados.

Y mi suspiro se hundió
de pronto, junto al recuerdo,
helado como la tarde,
sobre esas hojas del suelo.

Volviendo sobre los pasos
que el caminar me ha traído,
dejé de nuevo en las sombras
al banco que mira al río.

…La noche volvió más frío
el trascurrir del momento.
El cielo estaba estrellado
y puede que fuera invierno…

© 2015  J.I. Salmerón