
Me enamoré la otra tarde…
Paseaba por la acera
con mi cámara en la mano
convirtiendo en inmortal
lo que acontece a mi lado.
Cuando vi que al otro lado,
melena al viento volando,
aquella mujer robó
mi atención por un retrato.
Me enamoré sin remedio…
Gafas de sol sobre el pelo
dejando ver que sus ojos,
castaños como la tarde,
dominaban el paseo.
Vestido entallado y corto,
rojo con dos lazos negros.
Cintura que adivinaba
entre su largo cabello.
Me enamoré como un crío…
Parecía una princesa
que fuera esculpida en oro
entre los rayos de sol
que la abrazaban andando.
¡Que no podían dejar
mis ojos de acompañarla…!
¡Que no sabía mirar
a otro lugar que a su falda… ¡
Me enamoré de su cuerpo…
Recuerdo que de sus pasos
aún oigo su tintineo
alejándose en la calle
sin yo poder detenerlos.
Recuerdo hasta su perfume
que el viento, siendo aliado,
entre sus brazos de aire
me trajo como regalo.
…Me enamoré aquella tarde
a pesar de que haga tanto,
de que fuera adolescente
y ella tuviese veinte años.
© 2016 J.I. Salmerón