Te invito a que bailemos esta noche.
A eso de las doce estaría bien.
Hora mágica que se balancea
entre el pronto mañana y el ayer.
Te invito a pasear por la ribera,
bajo la sombra móvil de los chopos.
Aquellos que ocultaban nuestros besos
entre sus hojas verdes y sus troncos.
Te invito a compartir todos tus sueños,
aunque intuyas que muchos no se cumplan.
Que lo mismo esa estrella inalcanzable,
cuando menos lo pienses, será tuya.
Te quiero yo invitar a despeinarte
cuando en mi moto te subas un día
y sientas como el viento va meciendo
tu cuerpo, y a tu cara la acaricia.
Yo no reparo en gastos y te invito,
aunque para ello empeñe todo el alma.
Te invito a apretarte entre mis brazos
hasta que el corazón rebose calma.
Te invito a que me mires, en silencio.
Te invito a que navegues en mis ojos.
Te invito a que se pierda tu firmeza
y entregues cuerpo y alma poco a poco.
Entonces, voy poniendo melodía.
Aquella que dijimos de bailar
y, por las circunstancias de la vida,
tan solo pudimos tararear.
Recuerda entonces, niña, que te invito,
te invito a que bailemos otra vez.
Pero esta noche los cuerpos pegados,
nada de imaginarnos piel con piel.
Me parece un gran acierto esta idea,
y da lo mismo quién invite a quién.
Lo que quiero es que esta noche bailemos
¿Y a ti, di, te parecería bien…?