…Nunca sabemos qué podemos esperar a lo largo del camino,
a lo largo de las vueltas tan ocultas del destino…
No sabemos…
Si en el río que nos lleva, sus aguas se pararán, heladas,
por la falta de calor en los inviernos…
No sabemos…
Si las tardes, al morder la negra noche
a los rayos que calientan nuestros cuerpos,
morirán junto a las bocas, esas tristes y sin besos…
No sabemos…
Qué minutos guardarán nuestros bolsillos de estás horas,
de estos días que el Amor le dio la mano a nuestros cuerpos…
No sabemos…
Lo que sí sabremos siempre, lo que nunca borraremos,
lo que sí acompañará a esas vueltas
tan angostas del camino que tomemos,
a esos ríos, a esos besos, a estos cuerpos…
Lo que nunca olvidarán ya nuestros dedos,
nuestras manos, nuestras tardes, a pesar de ser de invierno.
Lo que nunca morirá en nuestro recuerdo,
será todo nuestro Amor, el que tenemos,
el que juntos derrochamos entre cuentos,
el que lejos nos llevaba en nuestro sueño,
el Amor que yo te di, el que volví a recuperar
en tus abrazos tan intensos.
El Amor que recibí, tu gran Amor,
que me envolvió con dulce luz,
como regalo en Navidad bajo el abeto.
Eso, sí sabemos…
Y sabemos que pondrá esa risa que nos falte,
cuando entonces recordemos, aunque el río ya esté seco,
aunque sea tan de noche que ni el alma pueda vernos,
cuando gotas de rocío por los ojos descolguemos,
y recordemos…
Porque siempre quedará nuestro recuerdo,
y nuestro Amor, en esos pocos minutos
que en el fondo del bolsillo aún conservemos…
Eso, hoy sin duda, sí sabemos…