La promesa

Quedamos en la bajada,
Junto a la iglesia del pueblo.
Quedamos una mañana
de viernes, o eso yo creo.

Las hojas, llenas de ocres,
esparcidas por el suelo.
Mañana fría otoñal
de un gris ceniza en el cielo.

Recuerdo que tú llegaste
con tu abrigo rojo a rombos
y una coleta con lazo
cayendo sobre tus hombros.

Yo te esperaba sentado
sobre las piedras del arco
que daba paso hasta el patio
que de la iglesia hace atrio.

Tus mofletes sonrosados
fría mi boca dejaron
al besarte a tu llegada.
Aunque pensara en tus labios.

Y tus manos, en mis manos,
dos pedacitos de escarcha.
Dos gotas que, de rocío,
de una rosa resbalaran.

Nos fuimos hasta la ermita,
junto a la fuente del caño,
y bajo el puente del río
tú decidiste sentarnos.

Me hablaste de las promesas
que los amantes se hacen
mientras tus brazos rodean
a mi cuerpo por el talle.

Mientras tus labios susurran
lo que no logro acordarme,
pues mis sentidos, absortos,
solo soñaban besarte.

Y así fuera, y lo vivimos,
mi boca, así, fue a buscarte.
A encontrarse con tu boca
con la promesa de amarte.

Sé que pasaron las horas
y te besé… y me besaste…
Sé que los dos prometimos
nunca, jamás, separarse…

…Ayer estuve en el pueblo,
de nuevo otoño en la tarde.
Pasé las piedras del atrio
hacia la ermita, en el valle.

Bebí del agua del caño
Igual que hiciera aquel día.
Y luego me bajé al río
por ver si tú aparecías.

Y allí, sentado en el banco,
de pronto caí en la cuenta,
que la historia que hoy recuerdo
fue por los años ochenta.

Que han pasado muchos años,
si los sumo más de treinta,
y que desde aquel otoño
no he vuelto a saber de ella.

Y no recuerdo su nombre,
como ella, a mí, no recuerda.
Y no recuerdo a que saben
sus besos cuando me besa.

Nos prometimos querernos
y ser por siempre pareja,
pero el destino es quien manda.
¡Qué vanas son las promesas!

©2018  J.I. Salmerón

 

Ojos castaños

Eres ese parque, con ojos castaños,
donde día a día pasean mis tardes.
Eres ese ayer donde hoy, mi recuerdo,
le dice al destino que quiere encontrarte.

Por eso te llamo, y tú me respondes…
Por eso a diario vienes a buscarme…
Por eso la vida nos juntó de nuevo.
De nuevo la vida quiere separarte…

Te nombro este día, como hacía antes.
Te nombro y tu aurora no quiere alumbrarme.
Pero aunque es de noche y estoy en lo oscuro,
te sigo llamando para no olvidarte…

Por eso te alejas, me vuelvo horizonte…
Por eso te espero, y tú llegas tarde…
Por eso en el banco, donde nos amamos,
al salir la luna yo vuelvo a buscarte…

Eres la distancia de todo camino
que en cruces, si miras, se intuye alejada.
Eres la cascada que, al pasar molino,
se pierde en corrientes hasta la explanada.

Por eso yo siempre detrás de tu cuerpo…
Por eso yo llego y tú, ya marchabas…
Por eso te llamo, a voces, de lejos,
y como en un sueño, te fugas al alba…

…Aún sigues vistiendo con ocres mi vida.
Aún sigues poblando de otoño mis sueños.
Aún sigues llenando de grata esperanza
cuando cada noche, en silencio, recuerdo…

©2018  J.I. Salmerón

El otoño de tus besos

 

Se fueron cayendo todos,
uno por uno, en silencio,
como las hojas de otoño,
cada uno de tus besos.

Se marchitaron las flores
que brotaban de tu boca
como envejecen los sueños
al despertar con la aurora.

…Y mi alma, tan desnuda
como esas ramas sin hojas
que en los otoños tiritan
al verse en el árbol solas.

Y como al tiempo no hay freno
que lo detenga un momento,
tus besos fueron de hielo
cuando alcanzaron su invierno.

Y tus abrazos son ramas
desnudas, ásperas, viejas,
donde ya no corre savia
de besos de primavera.

…Mira que es grande el dolor,
y cómo el pecho se queja,
cuando esa lágrima negra
se ahoga dentro y no rueda.

Tu último beso murió,
como hoja amarilla y seca.
Tus labios ya no brotaban
como los míos recuerdan.

Por eso, por cada otoño,
mi Amor a tu Amor perpetua
cada vez que veo un árbol
perdiendo sus hojas secas…

© 2017  J.I. Salmerón

La hoja coja

Puede que sea esta tarde
la última que me veas.
Puede que el viento me arrastre
con las demás a la acera.

¡Que su zarpa me desgarre…!
¡Que sangren todas mis venas…!
Y mi descanso, el final
de otro otoño donde muera.

Uno, por más que lo piensa
cuando nace en primavera,
no es capaz de asimilar
que en el otoño envejezca.

Con lo verde y vigorosa
que nazco de aquellos nudos.
Tan llena de clorofila,
fotosíntesis produzco.

Y luego todo marrón,
sin sangre que me contenga.
Tan seca como un desierto
lleno de polvo y arena.

Me llaman la hoja coja
por andar en una pierna.
Dos manos de brazos cortos,
y un rabillo por cabeza.

Las venas que hoy ves marchitas
eran tan verdes y esbeltas,
que era la envidia del parque
al moverse mi melena.

Hoy quebradiza y enferma,
esperando a que mi invierno
arranque ya de una vez
mi alma del tronco viejo.

La vida tiene final,
lo sabemos si nacemos.
Puede que sea en otoño,
que no pase de un invierno.

Por eso puede que hoy
me despida con un beso,
cuando la brisa me tire
y te roce con mi cuerpo…

© 2017  J.I. Salmerón

Otro otoño

Tiene color caramelo la tarde.
Tiene esa luz que te invita al paseo.
Tiene ese sol que en poniente nunca arde
pero que da calorcito de besos.

Tiene ese viento que calma el ardor
cuando nos quema por dentro el deseo.
Tiene igual ritmo que tu corazón
viendo a la lluvia mojando el recuerdo.

Otoño guarda en sus manos colores
pintando con brocha plácidos sueños.
Los ocres dormitan sobre cada hoja
que, lenta del árbol, vuela hasta el suelo.

Púrpuras, rojos, y los amarillos,
visten de gala colores intensos.
Y por las tardes el frío amenaza
calando en abrazo todos los huesos.

Llegando la calma a las arboledas
que al borde del río siempre descansan,
guardando su margen son centinelas
y en días de niebla esconden sus ramas.

Otro otoño más que nos acompaña
Inundando de versos con su aroma,
como grita humo la hoguera de leña
calentando el alma si el miedo asoma.

Otro otoño que rompe su silencio
esperando a que cruce aquel verano
por delante de todos los momentos
de la vida de los que lo observamos.

Tiene color amapola la tarde
cuando en las nubes se ve su reflejo.
Tiene una lágrima cada mañana.
Tiene un azul transparente su cielo.

Tiene hoy apresada el otoño mi alma.
Tiene el otoño mi corazón preso.
Tiene mi Amor entregado por siempre,
siempre en otoño, esperando invierno…

© 2017  J.I. Salmerón

La casa

 

Seguramente llovía
aquella tarde
que mis pies se calentaban
debajo de las faldas
de la mesa camilla,
donde lucía el brasero.

Seguramente era otoño.
O puede que por la escasa
luz que entraba mortecina
por la pequeña ventana,
donde jugando te veo,
fuera ya invierno.

Recuerdo cómo corrías…
Recuerdo suelto tu pelo…
Parece como si viera
desde el salón de la casa
donde me calentaba,
cómo bajabas por la pradera.

Yo te llamaba con la mirada,
tú parecía, con solo verme,
sin emitir una sola palabra,
que hasta me oyeras.
Y es que con solo mirarnos
no hacía falta que te dijera.

Entrabas de pronto a casa,
con esa risa loca
que te cubría completa
la cara entera,
que contagiaba mi risa
que hace un momento era una mueca.

Y me abrazabas…
Y yo sentía como latía
tu corazón estando tan cerca…
Y me besabas…
Y aquel calor que me recorría
era de un sol en la primavera…

…Ahora la casa no tiene techo.
La hierba verde se ha vuelto seca.
Ya no hay cristal donde verte
cómo corriendo bajas la cuesta.
Ya no hay brasero, mesa camilla,
ya no te veo cruzar la puerta.

Todo parece vacío…
Como mi alma
sin tus abrazos.
Todo parece tan frío…
Como mi cuerpo
antes de besarnos.

Y no recuerdo tu risa
cómo llenaba mi vida entera.
Y no recuerdo tu cara
que hoy mi recuerdo ya no recuerda.
Hoy solo quedan escombros,
tan solo ruinas y grietas.

© 2017  J.I. Salmerón

Una nube

018-2

 

Pues sí, soy una nube…
Sobre la atmósfera vivo
y corro el cielo y me canso,
y a veces paro y te miro
cómo floreces de pronto,
y a veces lloro despacio…

Y soy mullida y blandita
como una oveja de campo.
Y blanca, casi invisible,
cuando feliz me levanto.
Y oscura y llena de rabia
si de repente me enfado.

Y claro, como soy nube
siempre voy de lado a lado,
siempre con prisa, viajando,
siempre a lomos de ese viento
que va arrastrando mis pasos
sin darme apenas descanso…

A mí me gustan las tardes
de los tranquilos veranos.
Pasar despacio y posarme
sobre la rama de un árbol
y a eso de las ocho y media
frotarme en el campanario.

Los inviernos no me gustan,
hace frío y hay relámpagos,
y esas tormentas tan negras
que a pesar de que soy nube
y las conozco de cerca,
no me acostumbro a su paso.

Los otoños me apasionan.
Esos rayos placenteros
del sol tocando cuneta
dejando pintado el cielo
de naranjas y violetas,
de rojizos y azulados.

Y qué decir que embellezca
más que una primavera.
Todo el campo es una flor
y mis besos agua en tierra
que germinan con Amor
la magia que la rodea.

Pues sí, yo soy esa nube
a la que nadie echa en cuenta
hasta que llega ese sol
turbando vuestras cabezas.
Yo soy esa nube blanca
que da la sombra perfecta…

© 2017  J.I. Salmerón

En vuelos cortos

Juan I. Salmerón

 

A veces soy puro aire,
ese pájaro viajero
incansable en las mañanas
que vuela surcando el sueño
sobre el barranco de otoño,
amarillos, verdes, ocres,
hacia las tardes de invierno.

En vuelos cortos
vamos cruzando la vida.
Ahora sobre una rama,
ahora sobre un balcón,
ahora sobre el alero
del tejado que diviso
enfrente de la cocina.

Oteando cómo el mundo,
bajo las plumas cansadas
de nuestras pesadas alas,
nos acompaña a golpes
en nuestro ir y venir
desde las noches oscuras
a las pálidas mañanas.

A veces soy una nube,
de lágrimas voy cargado
con ganas de aligerar,
de echarme pronto a llorar
quitándome todo el peso
que va lastrando mis besos
para viajar más liviano.

Siempre buscando ese sol
que me seque el aguacero.
Siempre al azul de ese cielo
que me estimula a volar
sin saber si es aire o mar
por donde pisa mi sueño,
y yo me dejo llevar.

Sobre el barranco de otoño,
en vuelos cortos,
la vida veo pasar…

© 2017  J.I. Salmerón

Te estuve esperando

525-2

 

Te estuve esperando casi todo el día.
Y tú no llegabas.
Y tú no llamabas.
Y no te veía.

Y así, lentamente, se pasó mi vida.
Sin esos abrazos.
Sin esas miradas.
Sin ver tu sonrisa.

La espera fue tan cruel.
El tiempo no quiso volverme contigo.
No hubo luna de miel,
tan solo un recuerdo triste y abatido.

Si el destino es ciego, la suerte es esquiva.
No queda esperanza
de ver a tus labios
besar a escondidas.

Mi sueño soñado nunca fue vivido.
Solo las verdades
inundan las calles
donde nos quisimos.

Y otro otoño llegó.
Las hojas caducas de frío murieron.
Y tu adiós me dolió,
y dejó cicatriz en mi alma de nuevo.

Te estuve esperando y el sol ya dormía.
Y no hubo esperanza
en aquella noche
de hacerte ya mía.

Tú nunca viniste a traer tu sonrisa
y yo te esperaba
mirando a la luna.
¡Qué noche tan fría…!

© 2016  J.I. Salmerón

Su recuerdo

Juan I. Salmerón

…Ella oía su voz a través
de las hojas que arrastra
en la tarde el otoño.

Ella oía su huella y tal vez
la pasión al besar
el recuerdo en su rostro.

Y dejó de crecer su niñez,
su coleta en cintura
fue peinada de años.

La pasión que inundaba el ayer
se secó y ahora va
recogida en un moño.

Pero hoy ya no quiso llorar
que le ha visto pasar
sobre un sueño de noche.

Y el ayer se volvió a disfrutar
al asiento de atrás
el Amor de aquel coche.

Cuantas lunas arropan sus miedos,
cuantas ganas de amar
se han posado en sus dedos.

Cuantos besos y abrazos soñados
que se han vuelto a escapar
por cristales abiertos.

Y otro invierno que quiere llegar,
y otro sábado más
solitario acechando.

Y otra huella queriendo marcar
la pasión de aquel bar
donde ayer disfrutaron.

…Ella vuelve a esperar otra vez,
que no olvida el Amor
que cubría sus días.

Ella espera su voz tan azul
que la suba a su cielo
a volar todavía.

Ella oía su voz
alejarse furtiva…

© 2016  J.I. Salmerón

Color otoño

Juan I. Salmerón

…Tus dos ojos
siempre juntos,
como mi Amor
tras tus pasos.

Tus dos brazos
esperando
a encerrarse
entre mis brazos.

tus mejillas
sonrojadas,
como esa pasión
que guardo.

Tus andares,
el paisaje
donde entre sueños
me escapo.

Y la pasión
de mi vida,
tus labios
siempre
besando…

Tú siempre
eres el color
de ese otoño
que yo amo.

Tú llenas
mi corazón
con pinceladas
de cuadro.

Cada color
que desprendes,
paisaje
recién pintado.

Eres poema
y canción
en mi corazón
llorando.

Y la pasión
de mi vida,
tus labios
sobre
mis labios…

Cada día hay un Amor
que tú
me regalas mirando.

Y mirándote
te entrego
todo mi Amor de regalo…

© 2016  J.I. Salmerón

Proyecto fotográfico “El Desastre de Sofi” – Día 30 – Otoño

Hoy ponemos fin al proyecto fotográfico de «El desastre de Sofi»,  (https://eldesastredesofi.wordpress.com/2015/08/29/proyecto-de-fotografia/?c=690#comment-690)

Fue muy interesante participar y poder darle mi punto de vista fotográfico al tema que Sofi proponía para cada día del mes. Gracias por hacerme pensar, Sofi, espero haber estado a la altura.

Hoy, como despedida, propones un tema muy adecuado: «Otoño» Melancolía pura, al igual que ocurre al terminar con algo, bien sea un proyecto, un mes, un bonito paseo o un intenso beso. Otoño, termina un ciclo y todo se ralentiza, las luces son más tenues, más cálidas, más cobrizas. El sol tan solo acaricia lo justo para que sintamos su calor de forma tenue, como un apretón de manos, como un abrazo en el parque, bajo la rama de un árbol, bajo sus hojas de oro, bajo la luz de la luna, de una gran luna de otoño…

Hasta el próximo proyecto.

 

Juan I. Salmerón

© 2015  J.I. Salmerón

Te esperé en la noche

075

 

Te esperé en la noche y solo el otoño
llegó de repente mientras esperaba…
-en hondo silencio…-

Y hasta nuestra luna, que solo menguaba,
adiós me decía cuando me dejaba…
-en hondo silencio…-

“Volveré mañana a traer la noche
junto a tu ventana y quizás entonces…
-en hondo silencio…-

tengas tu respuesta, esa que esperabas.
Y si no la tienes pues no digas nada.
Que solo la noche será tu aliada,
y espera otro día hasta su llegada…
en hondo silencio…”

…Que el tiempo me sobra en las madrugadas
en hondo silencio…
O en risa alocada
cuando al fin regresa
la que yo esperaba…

© 2014  J. I. Salmerón

Ya corren locas las hojas

087

 

Ya corren locas las hojas
arrastradas por el viento.
Ya buscan dónde esconderse
para evitar su destierro.

Se esconden en la esquinas
y en los portales abiertos.
Se agarran por alambradas,
se cuelan en sumideros.

¡Que no quieren terminar
muertas en el vertedero,
que no quieren que sus cuerpos
terminen rojos de fuego!

Y es que ellas tan solo quieren
volver a vestir de cobres
las alamedas, los bosques,
y las calles que recorres.

Y así cubrir tus paseos,
hacer mullidos tus pasos
como una alfombra de besos
que acarician tus zapatos.

Que antes era su deseo
tu cuerpo bajo sus ojos
cuando del árbol colgaban
sus verdes, gualdas y rojos.

Y hoy ya te pueden besar,
tocar tu pie desde el suelo,
hacerte casi volar
como en el más lindo sueño.

Por eso huyen del viento,
para seguir a tu lado,
para alfombrarte tu vida,
para morir a tus pasos…

…Ya corren locas las hojas
para envolverte de otoño,
ya quieren hacerte un manto
para abrigarte otro año…

© 2014  J. I. Salmerón

…Solo el otoño yo vi

18-10-2008 14-14-04_0071

…Solo el otoño yo vi de mi brazo paseante,
solo tostados y pardos componían el paisaje.
Un color tan solo era el que llenaba el momento
y me tenía atrapado como cadenas de preso.

¡Bendito color marrón
el que tú guardas tan dentro…!

Ya lo sabía mi ayer, ya me avisó mi recuerdo,
que no debía caer en tan hipnótico sueño.
Pero yo me dejé hacer…, y si he de sufrir, lo acepto,
con tal de ver mi reflejo en esos ojos trigueños.

¡Bendita tú y tu color
de ojos tan hogareños…!

Si el fuego fuera marrón, de fuego yo vi destellos,
y es que tus ojos quemaban cuando mirabas, mi cielo.
¡Entre bosques navegué! ¡Entre las tardes sin dueño!
¡Entre las risas de un río que acompañaba lo nuestro!

¡Bendita toda esa magia
que por tus ojos pasea…!

…Pero los sueños terminan y el despertar los afea,
aunque este sueño, más bien, a partir de hoy comienza…
Y volverán muchas tardes que podrán ser como fiesta,
y tus ojos dos faroles para alumbrar a la orquesta.

¡Bendita sea la miel
que tus ojos me alimentan…!

© 2014  J. I. Salmerón