Tarde…

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Tarde…
Es tarde, dice el reloj,
que son las tres menos algo.
Es tarde, dice la noche
maullando por los tejados.

Tarde se ha hecho de nuevo
y yo aquí sigo esperando
a que regresen las musas,
que me han dejado olvidado.

Tarde…
Es tarde, dice el trinar
del ruiseñor con su canto.
Es tarde, dice el misterio
de la sombra tras el árbol.

Tarde para conjugar
el verbo sobre mis labios,
ese que dice que Amar
en presente es “yo te Amo”.

¡Tan tarde se ha hecho ya
que la culpa se ha tumbado
y así los remordimientos
disfrutan de lo bailado!

¡Tan tarde puede que sea
que acecha ya el despertar
pues el dormir hace tiempo
que se marchó a descansar!

Tarde…
Es tarde, dicen los sueños
que susurrando me llaman.
Es tarde, dice un refrán,
si quiero ayuda mañana.

Tarde para ir a bailar,
que la verbena se acaba.
Tarde para disfrutar
en el portal de tu casa.

Tarde…
Es tarde, dicen silbando
los álamos del camino.
Es tarde, dicen llorando
las lágrimas de rocío.

Tarde para pasear
y de la mano ir cogidos.
Tarde para enamorarte
que hoy el tiempo me ha vendido.

¡Es tarde, pero me da igual,
que a mí me gusta el lucero,
y acompañar a la luna
en su viajar tan ligero!

¡Es tarde, pero hay remedio.
Mañana a la misma hora
nos veremos en mi alcoba
a ver si se alarga el tiempo!

¡Que ya lo dice el proverbio:
Que yo prefiero tardar,
aunque tenga que esperar,
a nunca verte de nuevo…!

© 2016  J.I. Salmerón

Esperaba que opinaras

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…Esperaba que opinaras
sobre los besos y risas.
Sobre recibir abrazos,
sobre pasear sin prisas.

Sobre las cosas sencillas,
que son las que al mundo mueven.
Sobre los rayos de sol,
sobre si nieva, si llueve.

Sobre ver atardecer
entre cemento y cornisas.
Sobre lo que te escribí
como una cálida brisa.

Sobre si ese corazón,
al galope, se conmueve.
Sobre si el agua de flor
a perfume intenso huele…

Solo esperaba tu voz
abierta como balcones.
Esperaba oír su canto
como trinar de gorriones.

Pero solo era el silencio
el que ocupaba la tarde.
Solo la ausencia de besos,
solo el ansia de abrazarte.

Solo el adiós daba gritos.
Solo la melancolía,
callada como la noche,
llenó mi silla vacía.

En mis bolsillos rasgados
apenas quedaban risas.
Los besos, todos gastados
en labios de despedidas.

No había rayos de sol,
tampoco cálida brisa.
Y en el jardín de mi Amor
tan solo rosas marchitas.

…Esperé que tú opinaras,
y ni el eco respondía…

© 2015  J.I. Salmerón