Rodó la piedra al camino

Rodó la piedra al camino
buscando en la arena huella
donde tu pie de princesa
marcase su corazón.

Apenas sí tuvo en cuenta
que fue mi mano, y la pena,
la que tiraran la piedra
envuelta en tanto dolor.

…Y el pino dobló su verde en tu honor.
Inclinado por el viento,
que en tu perfume embriagó.

…Y el agua del río lloro y frescor.
Como tu risa aquel tiempo
que mi tristeza inundó.

La curva de la vereda
donde mi mano y tu mano
volaron alto y lejano
la tarde de nuestro Amor.

Volvió más recta mi vida
y el besar, sordo y amargo,
pasó de nuevo de largo
diciendo otra vez adiós.

…Y la tarde nuevamente mudó.
Haciendo del día noche,
queriendo ocultar tu Amor.

…Y la pena suplicó mi perdón.
Sentía haber sido eclipse
y ver morir a tu sol.

Rodó la piedra al camino
mientras al borde, el destino,
compartía mi dolor…

©2018  J.I. Salmerón

 

Eran las tres

 

Eran seguro las tres,
las tres de la madrugada.
Las tres mirando de frente
con la barbilla bien alta.

Tres brazos tocando cielo.
Tres manos de grandes palmas
queriendo coger estrellas
para entregar al que pasa.

Si el árbol que las custodia
hiciera que de sus ramas
la madera fuera asiento,
ellas serían sus patas.

Siempre esperando las tres,
las tres de la madrugada,
a jugar las cuatro esquinas
si quieres acompañarlas.

No doblan sus convicciones
los vientos que por las noches
empujan en la placita
a estos tres bravos cañones.

Siempre firmes, en alerta.
Refleja su piedra bronce
las marcas de las batallas
que produjeron los hombres.

Estas tres cabezas grises
que ya van peinando canas
no temen que pasen años,
temen si son ignoradas.

Por eso todas las noches
a las tres de la mañana,
a las tres de cruz tan alta
puedes oír cuando pasas.

Hablan de pájaros libres,
de hombres que van sin rumbo
y a sus pies paran y lloran
rezando por sus difuntos.

Hablan de la soledad,
aunque están acompañadas,
de las tres cuando es de noche
y nadie para a escucharlas.

Si pasas sin hacer ruido
puedes oír que te llaman.
Si pasas verás las tres.

Las tres cruces que presiden
la placita de Sigüenza
a las tres de la mañana…

© 2017  J.I. Salmerón

Me gustó…

Juan I. Salmerón

 

Me gustó ser playa y sol.
Me gustó ser horizonte.
Me gustó ser blanca vela
que sobre velero sueña
surcar un mar sur a norte.

Me gustó ser agua y sal.
Me gustó ser nube errante.
Disfruté siendo la espuma
que cabalga bajo luna
subida en ola gigante.

También me gustó ser campo,
y brizna de hierba verde.
Atardecer reflejado
en aguas de río en prado
mientras el día se pierde.

Me gustó ser monte y piedra.
Fui de noche lobo aullando.
Me gustó ser luz de rayo
en tormenta de verano
que rompe el cielo atronando.

Fui sombra de una Alameda.
Agua de una fresca fuente.
Beso que se da a escondidas
esa pareja que anida
en Amor adolescente.

Me gustó ser fiesta y baile.
Me gustó ser luz de estrella.
Me gustó ser el abrazo
de la amistad que añoramos
y tardamos tanto en verla.

Yo también fui ese camino
que al ocaso no se ve.
Rojo, amarillo, naranja,
los cielos pintaba al alba
forjando el amanecer.

Me gustó ser como un sueño.
Quise hacer hoy el ayer.
Yo quise volverme tiempo,
poder detener momentos,
pero no lo supe hacer.

Que el instante no es un buen preso,
tan solo deja recuerdos,
no se puede detener…

© 2015  J.I. Salmerón