Rama
Pronto despertará…
La hoja coja
Puede que sea esta tarde
la última que me veas.
Puede que el viento me arrastre
con las demás a la acera.
¡Que su zarpa me desgarre…!
¡Que sangren todas mis venas…!
Y mi descanso, el final
de otro otoño donde muera.
Uno, por más que lo piensa
cuando nace en primavera,
no es capaz de asimilar
que en el otoño envejezca.
Con lo verde y vigorosa
que nazco de aquellos nudos.
Tan llena de clorofila,
fotosíntesis produzco.
Y luego todo marrón,
sin sangre que me contenga.
Tan seca como un desierto
lleno de polvo y arena.
Me llaman la hoja coja
por andar en una pierna.
Dos manos de brazos cortos,
y un rabillo por cabeza.
Las venas que hoy ves marchitas
eran tan verdes y esbeltas,
que era la envidia del parque
al moverse mi melena.
Hoy quebradiza y enferma,
esperando a que mi invierno
arranque ya de una vez
mi alma del tronco viejo.
La vida tiene final,
lo sabemos si nacemos.
Puede que sea en otoño,
que no pase de un invierno.
Por eso puede que hoy
me despida con un beso,
cuando la brisa me tire
y te roce con mi cuerpo…
© 2017 J.I. Salmerón
En vuelos cortos
A veces soy puro aire,
ese pájaro viajero
incansable en las mañanas
que vuela surcando el sueño
sobre el barranco de otoño,
amarillos, verdes, ocres,
hacia las tardes de invierno.
En vuelos cortos
vamos cruzando la vida.
Ahora sobre una rama,
ahora sobre un balcón,
ahora sobre el alero
del tejado que diviso
enfrente de la cocina.
Oteando cómo el mundo,
bajo las plumas cansadas
de nuestras pesadas alas,
nos acompaña a golpes
en nuestro ir y venir
desde las noches oscuras
a las pálidas mañanas.
A veces soy una nube,
de lágrimas voy cargado
con ganas de aligerar,
de echarme pronto a llorar
quitándome todo el peso
que va lastrando mis besos
para viajar más liviano.
Siempre buscando ese sol
que me seque el aguacero.
Siempre al azul de ese cielo
que me estimula a volar
sin saber si es aire o mar
por donde pisa mi sueño,
y yo me dejo llevar.
Sobre el barranco de otoño,
en vuelos cortos,
la vida veo pasar…