En la arena

 

…Aún recuerdo su cuerpo tumbado sobre la arena.
Cómo sus curvas cerradas le hacían
a cada ola la competencia.

Recuerdo cómo brillaba queriendo apagar el sol.
Cómo marcaba su piel morena,
de otras iguales, la diferencia.

Yo paseaba buscando un velero en el horizonte,
la mirada perdida y ausente,
y mis pies caminando sin norte.

En la orilla mojada dejando mis huellas profundas,
donde van a parar mis deseos
como si se escavaran su tumba.

De repente la vi, como naufrago avista su isla.
Con la misma emoción que supone
descubrir que en la luna haya vida.

Y no pude apartar de mis ojos sus ojos de mar.
Y ese brillo de joven sirena,
y ese cuerpo flotando en la arena.

Se detuvo un momento ante ella mi paso perdido.
No había ruido de mar que meciera,
como hacía un momento, mi pena.

¡Mírala…! Espera a que llegue a su piel mi deseo.
¡Que mis labios pronuncien su nombre…!
¡Que mis dedos recorran su cuerpo…!

Y así, mi corazón cabalgaba loco su paso,
como loca mi vida se altera,
como mi respirar no se frena.

Al final, descubrí como siempre que era otro sueño.
Que no había más cuerpo en la playa
que el que yo imaginé con mis versos.

Y de nuevo mis pasos en la arena a esconderse.
A buscar nuevamente el velero
que mantenga flotando mi sueño.

…Aún recuerdo su cuerpo tumbado en la arena,
y el dolor que sentí por perderla…

© 2017  J.I. Salmerón

Ser viento

Juan I. Salmerón

Hay un viento que lleva
a tus brazos recuerdos.
Hay un viento que calma
con su voz tus deseos.

Hay un viento en la tarde
excitado que empuja,
que penetra ondulando
a través de tu blusa.

Que recorre tus formas,
que te besa en silencio,
que susurra “eres mía…”
abrazando tu cuerpo.

Ese viento soy yo
que te lleva aire nuevo
y te abraza mi brisa
que fresca te envuelve.

Y seré tu respiro
cuando el aire te falte,
cuando quieras volar
y en mis brazos te lleve.

Eres tú ese planeta
donde gira mi viento.
Y en la torre, veleta
donde paro por verte.

Y me atrapa tu alma,
y mi soplo, un momento,
se adormece liado
a tus labios y cuello.

Y de nuevo con fuerza
con mis aires despierto,
y te escapas conmigo
entre nubes y cielo.

Y mi brisa te tumba,
y mi voz, solo beso,
y mis brazos el aire
enredando tu pelo.

…La otra noche aquel aire
murmuró desde lejos:
“Deja ya de soñar,
no serás nunca viento…”

Pero yo respondí:
“Si tú hubieras soplado
como yo hice aquel día
atrapando su cuerpo,

tú también morirías,
como yo estoy dispuesto,
por volver otra vez
por un día a ser viento…”

© 2016  J.I. Salmerón