El hombre recto

 

Siempre va creciendo a capricho del viento,
según va empujando el aire en su cuerpo.
Hay veces que doblan sin querer su empeño
aunque siempre intenta ser un hombre recto.

Abrigo tupido guardando su adentro,
con remiendos verdes y amarillo viejo.
Algún que otro roto con un agujero
que a veces parece nido de jilguero.

Tiene tantos brazos que abarcar no puedo,
cada cual su mano con sus largos dedos.
Y arriba cabeza con pelo y sin pelo,
pues eso depende si mayo o enero.

Arrugas llenando casi todo el cuerpo,
signo de los años que lleva creciendo.
Que a todos nos pasa, aunque no queremos,
nos marcan los años por fuera y por dentro.

Siempre está esperando cuando me lo encuentro.
Siempre el mismo sitio, siempre espera quieto.
Y cuando me cruzo se inclina un momento
como si dijera: “adiós caballero…”

Incluso parece que me habla en secreto
y más que palabras sonidos encuentro.
Es como si hablara soplando de lejos,
como si en un árbol sus hojas movemos.

Sus extremidades jardines del cielo,
sujeto en sus brazos el nido con huevos.
Raíces con vida sujetas al suelo
que sobre sus dedos transmite al jilguero.

Ya es de la familia este árbol longevo.
Sus años de vida ni idea yo tengo.
Solo sé que está cuando yo paseo
para acompañarme al ir y al regreso.

¡Ahí sigue creciendo el árbol del huerto
aunque yo lo vea como a un hombre recto…!

©2017  J.I. Salmerón

Encerrados

 

Allí encerré el misterio de tu nombre.
Allí quedaron guardados tus besos,
aquellos que nos dimos en secreto
y fuimos disfrutando cada noche.

Allí dejé escondidos esos sobres
que en tinta contenían tantos versos
y hoy solo son renglones de recuerdos
que puede que su ausencia tú no llores.

Las tardes que la lluvia se desploma
e inunda mi memoria de nostalgia
es cuando tu recuerdo en mí se asoma.

Y tantos años ya no son distancia,
que tu escondido nombre se hace aroma
y los secretos huelen a añoranza.

©2017  J.I  Salmerón

Tu estrella será el secreto

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Tu estrella será el secreto,
será la risa de tu amanecer,
de nuestro acuerdo,
de nuestro Amor en silencio…

De nuestro más preciado tesoro
del galeón en el fondo inmerso.

…Y no habrá paso del tiempo…

No se atreverá a mover las agujas de su cuerpo,
no tendrá brazos o serán yertos,
sin apenas movimiento,
sin respirar apenas,
tapando los segundos con su aliento.

Solos los dos en el desierto,
o en la pradera,
o en la montaña,
con los fríos y los hielos…

O en el pinar, en sus caminos perdidos,
esos polvorientos,
esos que llenan las noches de verano
de sus plácidos sueños,
de tus plácidos sueños…

…Tu estrella será el Amor
que voy guardando tan dentro.

© 2015  J. I. Salmerón