Fue en “el sueño de una noche…”
de un verano ya lejano.
En un teatro pequeño,
en uno de esos de barrio.
Donde los actores sueñan
con ser ya pronto aclamados.
Que son tan solo estudiantes
en las artes del teatro.
Allí, digo, William Shakespeare
y tus ojos, mano a mano,
me tenían extasiado
sin atender lo mundano…
Y es que yo, como Lisandro,
solo quería tu Amor,
y terminar escapando
entre los bosques en flor,
entre praderas y ríos,
y elfos, duendes y hadas,
para acariciar tus noches
y de mi dicha inundarlas.
…Pero al final desperté,
¡Que se acabó el quinto acto!
y aquello me devolvió
de nuevo a lo cotidiano.
…Y allí se perdió la magia,
o al menos yo eso creía,
porque estaba equivocado
¡Que a mi lado residía…!
¡Que se encontraba en tus ojos!
esos que me cautivaban
entre los actos de Shakespeare,
ojos que tanto yo amaba.
…Y se quedó junto a mí
toda tu magia, que inunda,
ella fue la responsable
de lo que crea mi pluma…
…Fue en “el sueño de una noche…”
que durará mientras viva,
que existirá hasta que mueran
mis poemas o mi vida…