La edad de la tramoya

La edad de la tramoya.
La que sujeta cada escena y decorado.
La que dibuja esa sonrisa
que a todo público
deja simplemente enamorado.

La edad de la inocencia
cuando estamos empezando.
La edad de la razón,
aunque tú ya sabes bien
que de nuevo te estás equivocando.

Es la edad de cada uno,
de los nuevos y los viejos,
de cada uno de los tiempos
en que en esta falsa vida
nos pasamos ensayando.

Como si no pudiéramos
dejar nada al azar,
en las manos del destino,
en la incierta lotería
de la vida que se ve en el escenario.

Es la edad de cada tabla
que debajo de las luces
mortecinas de esta vida,
que es teatro,
cada día yo he pisado.

Cada vez que la butaca está vacía.
Cada vez que los temblores
de esa edad tan implacable,
van marcando la salida
y el final de lo ensayado.

Una edad que sabe a veces
como caramelo amargo…
Como a vino avinagrado…
Como a pasos en arenas
que te hunden en el barro…

Siempre estamos estrenando,
cada día al levantarnos,
un guión para exponer.
Un esquema del discurso.
Un monólogo de barrio.

Hoy la edad me está venciendo
Y apenas me he dado cuenta.
Y mañana tengo estreno
de lo que tengo ensayado,
de lo escrito en esta obra.

Que comienza cuando naces
y que cada escena encierra
lo que ocurre cada año,
entre sueño y realidad,
entre actos de tramoya.

©2019  J.I. Salmerón

Sueño de una noche de verano

18-04-2009 12-54-30_0124

 

Fue en “el sueño de una noche…”
de un verano ya lejano.
En un teatro pequeño,
en uno de esos de barrio.

Donde los actores sueñan
con ser ya pronto aclamados.
Que son tan solo estudiantes
en las artes del teatro.

Allí, digo, William Shakespeare
y tus ojos, mano a mano,
me tenían extasiado
sin atender lo mundano…

Y es que yo, como Lisandro,
solo quería tu Amor,
y terminar escapando
entre los bosques en flor,

entre praderas y ríos,
y elfos, duendes y hadas,
para acariciar tus noches
y de mi dicha inundarlas.

…Pero al final desperté,
¡Que se acabó el quinto acto!
y aquello me devolvió
de nuevo a lo cotidiano.

…Y allí se perdió la magia,
o al menos yo eso creía,
porque estaba equivocado
¡Que a mi lado residía…!

¡Que se encontraba en tus ojos!
esos que me cautivaban
entre los actos de Shakespeare,
ojos que tanto yo amaba.

…Y se quedó junto a mí
toda tu magia, que inunda,
ella fue la responsable
de lo que crea mi pluma…

…Fue en “el sueño de una noche…”
que durará mientras viva,
que existirá hasta que mueran
mis poemas o mi vida…

 © 2015  J. I. Salmerón