La culpa fue del rayo y la tormenta.
La culpa fue de la lluvia incesante.
Del trueno que amenaza a cada instante.
Del viento que en susurros te lo cuenta.
Tal vez tu corazón ya no lo sienta
pues tengas del Amor por hoy bastante,
y apague ese sentir que ayer, constante,
llenara de verdad, aunque hoy te mienta.
A cadena perpetua condenado,
no tuviste indulgencia con tus penas
y el pobre corazón fue denostado.
Tú que quisiste amar a manos llenas
hoy solas y vacías se han quedado
como si fueran canto de sirenas.