Un día lo celebraron.
Fueron felices un día.
Hoy el recuerdo rebosa
del vino que contenían.
En su cristal quedan huellas
de esos labios que besaron,
de las marcas de los dedos
que su piel un día rozaron.
Hoy llenan con los silencios
del olvido, el recipiente.
Hoy solo gotas de escarcha
llorando su amarga suerte.
Las copas se abandonaron.
Yacen de brindis vacías.
Y en su cristal el reflejo
de alegres y hoy, tristes días.
Las mismas que un día llenaron
su cuerpo con la promesa
de hacer eterno un Amor
que hoy olvidado se queda.
¡Quizás aún queda esperanza
y no esté todo perdido.
Tal vez regrese la suerte
de un Amor no conocido!
¡Posiblemente sus cuerpos
rebosen un nuevo vino.
Con nueva celebración
y un brindis por el destino…!
Siempre es posible volver
sobre los pasos andados
y en el camino encontrar
a un Amor abandonado.
Mientras aún nos queden besos
y caricias en las manos,
podremos llenar de nuevo
la copa en la que brindamos.