Hay un viento que lleva
a tus brazos recuerdos.
Hay un viento que calma
con su voz tus deseos.
Hay un viento en la tarde
excitado que empuja,
que penetra ondulando
a través de tu blusa.
Que recorre tus formas,
que te besa en silencio,
que susurra “eres mía…”
abrazando tu cuerpo.
Ese viento soy yo
que te lleva aire nuevo
y te abraza mi brisa
que fresca te envuelve.
Y seré tu respiro
cuando el aire te falte,
cuando quieras volar
y en mis brazos te lleve.
Eres tú ese planeta
donde gira mi viento.
Y en la torre, veleta
donde paro por verte.
Y me atrapa tu alma,
y mi soplo, un momento,
se adormece liado
a tus labios y cuello.
Y de nuevo con fuerza
con mis aires despierto,
y te escapas conmigo
entre nubes y cielo.
Y mi brisa te tumba,
y mi voz, solo beso,
y mis brazos el aire
enredando tu pelo.
…La otra noche aquel aire
murmuró desde lejos:
“Deja ya de soñar,
no serás nunca viento…”
Pero yo respondí:
“Si tú hubieras soplado
como yo hice aquel día
atrapando su cuerpo,
tú también morirías,
como yo estoy dispuesto,
por volver otra vez
por un día a ser viento…”