Te olvidarás

Juan I. Salmerón

Te olvidarás de mis besos
de mis ojos y mi cara.
Te olvidarás de que un día
fui el trovador de tu alma.

Te olvidarás del abrazo
entre las sábanas blancas
donde tu cuerpo y mi cuerpo
mil historias se contaban.

Seguro que de mi mano
cuando tu pelo enredaba
y con sus dedos inquietos
tus labios acariciaban,

Cuando corrían desnudos
desde tu pecho a tu espalda,
olvidarás sus caricias,
olvidarás que te amaban.

Y de mis sueños y anhelos,
de esas noches embrujadas
que guardamos su recuerdo
debajo de nuestra almohada,

Te olvidarás que durmieron
noche tras noche hasta el alba
como un día olvidarás
volver de nuevo a esta casa.

Apuesto que olvidarás
a todas esas palabras
que entre pliegues de poemas
en versos te regalaba.

Las que presas de un papel
a tinta y lápiz marcadas
esperaban el indulto
de tu voz al recitarlas.

Incluso puede que un día
al despertar de mañana,
ya no logres recordar
dónde se han ido a parar
los besos que yo te daba.

Un día te olvidarás
y no podrás recordar
que mi Amor a ti te amaba…

© 2016  J.I. Salmerón

Cierra el azul la tarde

Juan I. Salmerón

Cierra el azul la tarde
y el suelo amarillea de calor
dejando solo un rastro
más oscuro que se mueve.
Son ciento veinte hormigas
andando bajo el sol.

Detrás oigo la fuente
lanzarse desde arriba.
un jilguero dorado,
surfero de los vientos,
pasando bajo el agua
se moja su motor.

¡Es la tarde más larga.
El sol no quiere morir
aplastado por detrás
de la montaña…

El verde de la hierba
espera lluvia fina.
Y treinta margaritas
de blanco y amarillo
que aguardan su caída
de voz se están bañando.

Buscando su cobijo
a salvo de los rayos,
la sombra más oscura
desnuda de su blusa,
aunque la estén mirando,
se esconde tras el árbol.

¡La noche clama venganza.
Ya llega la luna llena
a ser la reina que reina
en esas noches tan claras…!

©2016  J.I. Salmerón

Uno, dos, tres, cuatro…

Juan I. Salmerón

Contaba siempre los pasos
que hay desde el árbol de la plaza,
uno, dos, tres, cuatro…,
hasta el mismo portal de tu casa.

Contaba las veces, ¡tantas!
que mi corazón palpitaba
cuando te veía pasar
al lado de mi esperanza…

Uno, dos, tres, cuatro…
Y nuevamente, detrás del árbol
de grandes ramas que hay en la plaza,
yo me sentaba por si pasabas.

Y si salías a tu ventana
yo era la sombra que te abrazaba.
Siempre contando las veces
que por la reja tú te asomabas.

Contaba los días que no te veía.
Uno, dos, tres, cuatro…
Unos azules y despejados,
otros más grises de lluvia fina.

También las risas sobre tu cara
contaba un día por la mañana
que en un descuido vi que tus ojos
hacia los míos miraban.

Uno, dos, tres, cuatro…
Contaban mis ganas.
Uno, dos, tres, cuatro…
Mientras soñaba que te abrazaba.

¡Porque quería salir corriendo
y de capote tomar tu falda
mientras tus besos, como un estoque,
atravesaban mi alma…!

Uno, dos, tres, cuatro…
Uno, dos, tres, cuatro…

…Siempre contaba mientras te ibas
dejando sombra tras de tu espalda
pidiendo al cielo que me dejara.
¿Podré contar otra vez mañana…?

Siempre sentado en las cuatro esquinas
del árbol viejo que hay en la plaza.
Siempre esperando verte mañana…
Uno, dos, tres, cuatro… Siempre contaba.

© 2016  J.I. Salmerón

Un beso

014 (2)

Atado en lazo amarillo,
papel de seda brillando,
inquieto por ser cautivo,
un beso a ti te regalo.

Y no es un beso cualquiera
de esos de andar por el barrio,
que es un beso que en la acera,
cuando avanza, le abren paso.

Un beso de porte esbelto,
grácil en boca besando,
pero de intenso recuerdo
dejando miel en los labios.

Que aunque solo sea un beso
y parezca poca cosa
su besar es tan intenso
que serán cien en tu boca.

Quisiera, junto a este beso,
mandarte un cálido abrazo
y así fuera el complemento
de este presente que te hago.

Uno de esos que a tu talle
se agarran como a una flor
que perfumando en la calle
embriagan mi corazón.

Abrazo grande y profundo
como el mar en horizonte.
Abrazo que abarca el mundo
donde nuestro Amor se esconde.

¡Desata el beso en tu cama
y dale al abrazo suelta,
que hasta que llegue mañana
esta noche, Amor, es nuestra…!

© 2016  J.I. Salmerón

La vida sigue rodando

Juan I. Salmerón

La vida sigue rodando
y la memoria, con ella,
se pierde en el horizonte
donde solo está el ayer.

Pero tu recuerdo crece
pensando que los abrazos
y los besos que nos dimos
son parte de nuestro ser.

Esos labios…
De rojo caricia pidiéndome un beso.
Esos ojos…
Que escondían mirada, pasión y deseo.
Esa mujer…
Que esperaba el abrazo apretando mi cuerpo.
Esa imagen de Amor…
Labios y ojos cautivos de un tiempo
que yo siempre sueño.

La vida para y me quiebra
un deseo, y se marcha
el Amor sobre un río
de besos revuelto.

Y el verano de luna
en la noche, que fresca
de viento entre chopos
a los ojos miraba,

se esfumó para siempre,
no pude abrazarla otra vez
aunque hubiera querido querer,
se marchó de mi alma.

…La vida sigue rodando
y el corazón tras de ella,
aunque ya no sienta nada…

© 2016  J.I. Salmerón

Solo un minuto

Juan I. Salmerón

Parece poco un minuto.
Apenas unos segundos
atados de pies y manos
en corto lazo de tiempo.

Tan solo atrapa un suspiro.
Un breve espacio de vida
que en el pasar de los días
no deja casi recuerdo.

Pero si miro a tus ojos,
un minuto en ese bosque
viendo tu sol que se esconde,
es un eterno paseo.

Un minuto entre tus brazos
notando ese palpitar
de tu pecho al respirar,
es como un libro de versos…

¡Son tantos esos minutos
que vamos desperdiciando
sin reparar que su encanto
es sumar muchos de ellos…!

Y es que si cuento los besos
que en un minuto le di
a tus labios carmesí,
seguro pasen de ciento.

Que hasta tu boca se ahogaba
como playa de su mar
de tantas olas que van
llenándote de mis besos.

Es una brizna de tiempo.
Es el lamento que da
a mi boca el recordar
tu boca diciendo “quiero…”

Ese minuto fue eterno.
Cuando lloró el sentimiento
y la emoción por momentos
en nuestros brazos creció.

Cuando juntamos los cuerpos
en esos breves instantes
y el mundo no fue el de antes
de entregarnos a ese Amor…

Ya sé que es solo un minuto,
que parece poco tiempo,
pero prefiero tenerte
sesenta segundos mía
que estar llorando tu adiós…

© 2016  J.I. Salmerón

Versión interior

Juan I. Salmerón

Solo esperaba.
No había prisa ninguna,
dejaba pasar el tiempo
como las hojas pasaban
desde la rama hasta el suelo
por delante de sus besos.

Y su mirada perdida.
Seguro que fue olvidada
en el fondo del bolsillo
del pantalón de su alma,
o en el que tiene botón
del interior de su abrigo.

En el cajón de las letras
doradas llenas de estrellas
nocturnas, las palabras
labradas de noche
a la luz de la luna
ya no existían.

Y el camino al que antes
llegaba arriando la vela mayor
sobre barca de sueños,
entre aguas de arena
y guijarros pintados de voz
zozobró de su vida.

No lloraba el recuerdo.
No llegaba la paz interior
a tocar con su mano el verdor
de la suave caricia
que llovía en las tardes
del otoño de marzo.

Y seguía esperando.
No encontraba en la noche
la mirada perdida,
ni en el día abrazaba
a esa luna viajera
que de noche besó…

Eran estos recuerdos
los que el sueño dejó
cuando al día despierto.
¡Es tan rara esa vida
de versión interior
cuando yo estoy durmiendo…!

© 2016  J.I. Salmerón