…A borbotones me empapan

Juan I. Salmerón

…A borbotones me empapan
el corazón en mi pecho
las lágrimas que descuelgan
desde mis ojos, por dentro.

Que yo no puedo llorar
por mis mejillas, no puedo.
No quiere romper mi mar
y hacerse río en el suelo…

-Aunque parezca de piedra,
aunque parezca de acero,
soy tan frágil como el árbol
que lo partió un suave viento-.

…Que no me quiere acunar
ese plácido velero
que por mis ojos navega
en lágrimas de recuerdo.

Hoy no ha querido zarpar,
Se amarró a su embarcadero
porque el azul de mi mar
hoy solo es azul de cielo…

-Aunque parezca de acero,
aunque parezca de piedra,
soy tan débil como el sol
cuando la noche lo ciega-.

Porque no hay lágrimas ya
que vuelvan mar mis arenas,
que solo queda la sal
que amarga mi triste espera.

Que no hay estrella Polar
que como bella candela
me guíe por mar adentro
hasta que encuentre tu estela.

-Aunque parezca tan fuerte
como castillo de piedra,
de arena son mis paredes
cuando se empapan de penas-.

© 2016  J.I. Salmerón

Pudiera ser

Juan I. Salmerón

Pudiera ser que mi vivir fuera de verso.
Que la mirada de tus ojos, el Amor,
fuera profundo y delicado cual soneto.

Que la mañana una cascada de color.
La noche un libro de poemas por abrir.
Y la ventana, el mirador de nuestros besos.

Que aquella luna no me viera caminar
o que en el mar no se bañara tu sonrisa
hasta el partir de la marea entre lamentos.

Pero con llave no podrán nunca encerrar
esos escritos que aún me quedan por pintar
con las palabras que yo sienta tan adentro.

Puede que encierre un gran poema cada flor.
Que el ruiseñor cante de noche y no de día
por no encontrarse cara a cara con su sueño.

Que mis palabras sean viento que arrastró
aquella tarde que sin sol se despedía
acurrucada entre tus brazos y mis besos.

Pudiera ser hasta encontrar, que ya da igual,
entre los cuerpos encerrados y cautivos
aquellas almas que hoy se vistan con mis versos.

O que no viva junto a mí la inspiración,
que ya no busque su refugio en mi sentir
y que mis dedos no naveguen en sus sueños.

Que hoy mi poema reivindica soledad
y mis abrazos y mis besos son la estrofa
si el corazón quiere vivir de sentimiento…

© 2016  J.I. Salmerón

Las zapatillas

Juan I. Salmerón

Siguiendo en la calle a unas zapatillas,
dos pares de ellas, para ser exactos,
vi que sobre el hueco donde van los pies
les sobresalían dos señores altos.

Uno era más bajo, ahora lo recuerdo.
El otro pudiera que un poco más ancho.
Que no hay ser humano que en su condición
a otro ser humano se parezca exacto.

Seguía los pasos de esas alpargatas
viendo lo graciosas que van dando saltos.
Unas eran blancas, de blancos cordones,
y de rojo y negro las otras de al lado.

Iban animadas, charlando de asuntos
como qué cordones son los adecuados;
si suela de goma o caucho acerado;
si el dibujo curvo o en rombo marcado.

Era tan ligero y alegre su andar,
con ese ritmillo de baile de sábado,
que nadie diría que van hombres dentro
si no es porque llevan sus pies bien atados.

¡Yo que no soporto el peso de más,
que ni tan siquiera el remordimiento
que dicen que pesa una barbaridad
puedo permitirme tener mucho tiempo…!

En esto que oigo cómo mis zapatos
entre ellos hablaban con aire enojado
sobre lo deprisa que las zapatillas
la última acera habían tomado.

Que mira que locas, que se van matando.
“¡Parece mentira dónde hemos llegado…!
Esto en nuestros tiempos no lo permitían,
solo en los deportes se corría tanto…”

Estas jovencitas de paso ligero
tenían muy negros a mis dos zapatos.
Pero yo más bien creo que era la envidia
porque ellos son viejos y van más despacio.

…ahora que no oyen mis negros zapatos,
y sé que vosotros sois de confianza,
no me importaría que unas zapatillas
se metieran dentro a mis pies descalzos.

Y que a la carrera por calles y montes,
como si otra vez tuviera veinte años,
en lugar de andando me lleven volando
aunque por zapatos fuera criticado…

© 2016  J.I. Salmerón

Cartel Semana Santa Sigüenza 2016

Quiero compartir con todos vosotros, mis seguidores, la alegría y el honor que supone haber sido ganador del primer concurso de carteles de Semana Santa de la ciudad de Sigüenza que este año ha celebrado la Cofradía de la Vera Cruz y Santo Sepulcro.  (http://www.objetivocastillalamancha.es/contenidos/guadalajara/siguenza-busca-cartel-anunciador-para-la-semana-santa-2016)

Presenté el máximo de obras permitidas en el concurso, tres, cuyo tema principal era la Semana Santa de Sigüenza, y entre las cuales se encontraba la ganadora de este primer concurso, que a continuación os muestro con orgullo. Siempre hace ilusión ver como una de tus obras tiene el reconocimiento en cualquier concurso o evento en el que sean destacadas, pero si el sitio donde lo hacen es además tu ciudad, la emoción e ilusión son del todo indescriptibles. Por ello os hago partícipes de mi placer con el deseo de que podáis disfrutarla una parte de lo que yo lo he hecho. (http://www.mascastillalamancha.com/2016/03/08/pasion-reflejada-cartel-anunciador-de-la-semana-santa-2016-en-siguenza/)

Esta es la obra. Gracias.

Pasión reflejada DEFINITIVA pequeña

© 2016  J.I. Salmerón

Hoy tengo frío en el alma

Juan I. Salmerón

Hoy tengo frío en el alma
de tanto ir y venir
del sentimiento a tu casa
y que no te encuentre allí.

Hoy yo prefiero sentarme
en ese banco de enfrente
viendo a la gente pasar,
esperando hasta que llegues.

¡Que yo necesito verte,
que necesito bailar
al son que toque la vida
junto a tu boca de mar…!

Hoy no sé de qué escribir…
Que todo mi sentimiento
se mudó fuera de aquí
por lo que te echo de menos.

Ver las ventanas cerradas
que guardan tu corazón,
las mismas que antes me abrías
en esas noches de Amor.

¡Y la luna era la guía,
la cómplice necesaria
para marcarme el camino
desde el balcón a tu cama…!

…Casi te vi, hoy casi te vi.
Me asomé por mi ventana
y mirando lo pensé…
Hoy, casi, la pude ver…

Y no es que estuviera cerca
de tu casa, de tu cuerpo.
Tan solo fue esa emoción
al recordar que te veo…

Solo ante el frío de la tarde,
arrastrada por el viento mi ilusión,
hoy tengo helada mi alma
de tanto esperar tu Amor.

© 2016  J.I. Salmerón

Quedó pegado…

Juan I. Salmerón

Quedó pegado…
El camino a la tarde,
y la tarde a tus labios,
y tus labios al sol
que derretían besando.

…Y la luna se pegó
sobre la ausencia en la noche,
y la noche a la pasión,
y la pasión esperando
a que amaneciera Amor…

Quedó pegado…
El abrazo a tu cuerpo,
y tu cuerpo a la arena,
y la arena a ese mar
que te mecía llorando.

…Y el recuerdo se pegó
Íntimamente a mis manos,
y mis manos al ayer,
y el ayer a tu sonrisa
si pronunciaba “te Amo…”

Quedó pegado…
El dolor sobre tus ojos,
y tus ojos a la nube,
y la nube a aquel verano
que prometimos amarnos.

…Y el corazón se pegó
a las velas de aquel barco,
y el barco sobre la mar,
y la mar al horizonte
donde aún te ando buscando…

© 2016  J.I. Salmerón

Somos

Juan I. Salmerón

Somos constantes de un sueño
surcando los pensamientos;
volando sobre la tarde,
meciéndose en los recuerdos.

Somos dos granos de arena
buscándose en un desierto.
Somos la puerta cerrada
por la fuerza de los vientos.

Somos la vida pasada
que no encontró nacimiento.
La casa deshabitada
que solo le quedan ecos.

La huella que no se ve…
La palma en mano cerrada…
El puente que no crucé…
La bebida derramada…

Somos paredes de niebla
que separan nuestros cuerpos.
Somos bastones de ciego
palpándose desde lejos.

Somos la puesta de sol
que solo se ve de lejos;
la luna que llega tarde
a iluminar nuestros besos.

Somos cometa sin aire
siempre tendida en el suelo.
Somos gaviota de mar
en este río revuelto.

La vela sin encender…
La ventana siempre abierta…
El sol por amanecer…
La pared llena de grietas…

Somos… O no pudo ser…
Quién lo podría saber…
La esperanza siempre queda
enganchada entre la red
de aquel barquito de pesca…

© 2016  J.I. Salmerón

Anoche te confundí

Juan I. Salmerón

Anoche te confundí
cuando miraba hacia el cielo,
pensé que eras la luna.
¡Te echaba tanto de menos…!

Creí que eras la noche,
toda vestida de negro.
Y las estrellas los guiños
de tus ojos sobre el cielo.

¡qué otra luz se puede amar
que la luna y las estrellas,
qué otra puede ser más bella
que tus ojos al mirar…!

Anoche el denso vacío
se volvió profundo y seco,
y un mar de distancia ahogó
todas mis penas de nuevo.

¡Si fui planeta cercano,
tú luna en cuarto creciente;
no hay río, lago, ni fuente
donde no esté tu reflejo…!

Aunque llegó la mañana,
despuntado tras el alba,
no había consuelo alguno
que al corazón alentara.

Pude ver llorando al sol
lágrimas de lluvia, creo.
Y las nubes, empapadas,
usadas como pañuelo.

Y un corazón moribundo
vi pasearse temprano
al ver pasar mi reflejo
navegando por un charco.

…En un barquito de tinta
se marcharon nuestros versos
y no hubo noche ni día
de este Amor en lejanía
donde rimaran los besos…

© 2016  J.I. Salmerón