La hoja coja

Puede que sea esta tarde
la última que me veas.
Puede que el viento me arrastre
con las demás a la acera.

¡Que su zarpa me desgarre…!
¡Que sangren todas mis venas…!
Y mi descanso, el final
de otro otoño donde muera.

Uno, por más que lo piensa
cuando nace en primavera,
no es capaz de asimilar
que en el otoño envejezca.

Con lo verde y vigorosa
que nazco de aquellos nudos.
Tan llena de clorofila,
fotosíntesis produzco.

Y luego todo marrón,
sin sangre que me contenga.
Tan seca como un desierto
lleno de polvo y arena.

Me llaman la hoja coja
por andar en una pierna.
Dos manos de brazos cortos,
y un rabillo por cabeza.

Las venas que hoy ves marchitas
eran tan verdes y esbeltas,
que era la envidia del parque
al moverse mi melena.

Hoy quebradiza y enferma,
esperando a que mi invierno
arranque ya de una vez
mi alma del tronco viejo.

La vida tiene final,
lo sabemos si nacemos.
Puede que sea en otoño,
que no pase de un invierno.

Por eso puede que hoy
me despida con un beso,
cuando la brisa me tire
y te roce con mi cuerpo…

© 2017  J.I. Salmerón

Pensaré

Hoy, pensé qué es lo que estarías haciendo
mientras otra tarde, lenta, se alejaba.
Mientras busco tu mirar con mi mirada.
Hoy, que mi latir de nuevo apenas siento.

Si estarías acordándote de mí,
como cada atardecer de ti me acuerdo.
Si recuerdas cómo buscaban tu cuerpo
estas manos que ya no saben de ti.

Y no puedo imaginar qué es lo que harás,
qué es lo que le inquieta ahora al sentimiento
que cubría cada parte de tu cuerpo
cuando mis labios cubrían tu besar.

Otra noche siendo sombra en el jardín,
tan errante como pájaro en invierno,
cuando a solas me refugio en mi paseo
de los bosques de tus besos que perdí.

Hoy, de nuevo me volví a acordar, de nuevo.
Hoy noté que tu presencia estaba cerca,
como viento en la camisa que penetra,
como lluvia que te cala en aguacero.

Y si quieres, y me dejas, pensaré,
cada día que se oculte el sol de lejos,
en tus ojos, en tus labios, en tus besos,
como si el tiempo que vivo hoy, fuera ayer.

© 2017  J. I. Salmerón

No gana la oscuridad

Un pozo negro la noche, sin luna.
Un sueño por alcanzar.
Un callejón con pared, sin salida,
negro en cualquier bulevar.

Pero el día llegará,
poniendo cordura a nuestros instintos.
Y la aurora detendrá
sombras que un día vistieron de luto.

Un viento que empuja desordenado.
Una mirada hacia el mar.
Un horizonte muriendo en asfalto.
Un cielo preso en ciudad.

Y la barca partirá,
llevándose dentro solo hombres justos,
a una isla donde amará
ese paisaje de edén que es el mundo.

Corren las sombras por la carretera.
Pasos que vienen y van.
Almas que cruzan su fe en las aceras
sueñan con su libertad.

La mirada ganará,
dando color donde quiera que fueras.
Y nuestra alma besará
a un corazón al que quiera de veras.

¡Triunfó el Amor sobre los odios.
Ganó a la guerra la paz.
Saldrá la luz de todos modos,
no gana la oscuridad…!

© 2017  J.I. Salmerón

Quisiera que hoy mis letras

Quisiera que hoy mis letras te arroparan.
Quisiera que tejieran tu valor
y dieran esquinazo a tu dolor
para que en tu regazo no amargaran.

Que mis manos los vientos arrastraran
para poder llenarte con su Amor.
Que los grises hoy fueran de color
y de arco iris a tu vida pintaran.

Sé de la fortaleza que dispones,
lo dura que te has vuelto con la vida
que no quiso atender a tus razones.

Pero quiero que hoy sepas lo querida
que tú eres para mí, y que me perdones,
si no supe curarte yo tu herida.

© 2017  J.I. Salmerón

Tu reja

Tú siempre quedabas dentro,
yo fuera, sobre la acera.
Detrás de aquellos barrotes,
detrás de la vieja reja.

De vez en cuando se oían
tus pasos por el pasillo.
Yo imaginaba tu cuerpo
acercarse junto al mío.

¡Tantas tardes estuve
pendiente de que me abrieras…!
¡Tantos sueños tirados
sobre el suelo de esa acera…!

Me llamaban la maceta
de tantas horas que estaba
pegado sobre esa reja,
cerquita de tu ventana.

Pero mi cuerpo un erial
de tierra fría y baldía
hasta que no germinara
en mi tiesto tu semilla.

¡Siempre esperé en la calle
a que tu voz me llamara…!
¡Siempre soñé tu boca
detrás de esa reja amarga…!

Ahora que paso en tu calle
y ya no espero por verte,
ahora que no oigo tus pasos,
te asomas como inocente.

Y clavas sobre mis pasos
tus ojos negro azabache,
y tus manos atraviesan
la reja para tocarme.

Tu reja ya no me atrae
como lo hacía en verano.
Ahora tengo mis flores
en un local, hibernando.

Ya solo será otra reja,
otra ventana en recuerdo.
Un verano ya olvidado
donde esperaba por vernos…

© 2017  J.I. Salmerón

El brindis

Un día lo celebraron.
Fueron felices un día.
Hoy el recuerdo rebosa
del vino que contenían.

En su cristal quedan huellas
de esos labios que besaron,
de las marcas de los dedos
que su piel un día rozaron.

Hoy llenan con los silencios
del olvido, el recipiente.
Hoy solo gotas de escarcha
llorando su amarga suerte.

Las copas se abandonaron.
Yacen de brindis vacías.
Y en su cristal el reflejo
de alegres y hoy, tristes días.

Las mismas que un día llenaron
su cuerpo con la promesa
de hacer eterno un Amor
que hoy olvidado se queda.

¡Quizás aún queda esperanza
y no esté todo perdido.
Tal vez regrese la suerte
de un Amor no conocido!

¡Posiblemente sus cuerpos
rebosen un nuevo vino.
Con nueva celebración
y un brindis por el destino…!

Siempre es posible volver
sobre los pasos andados
y en el camino encontrar
a un Amor abandonado.

Mientras aún nos queden besos
y caricias en las manos,
podremos llenar de nuevo
la copa en la que brindamos.

© 2017  J.I. Salmerón

Cautivo

Siempre me cautivó tu corazón,
con ese palpitar que va marcando.
Como reloj de cuerda marca el paso
con sus agujas juntas avanzando.

Siempre me enamoró tu dulce risa
con esos dos hoyuelos a los lados.
Como si fueran pozos de deseo
y mis monedas fuera allí lanzando.

Me gusta ver tus ojos acostados
y cuando en la mañana se levantan,
inundando de luz con su mirada
cada rincón oscuro de mi alma.

Me gusta el movimiento de tu pelo
como si de un columpio se tratara.
Me gusta cuando rozas mi deseo
al verte caminar sobre la playa.

Siempre fuiste ese sueño favorito.
El dulce que corona cada tarta.
La flor que alegra todos los caminos.
La música que encierra una balada.

Siempre la realidad de cada cuento.
La puesta de mi sol de luz dorada.
El agua fresca que bebo sediento.
El árbol que da sombra a mi morada.

Y yo detrás de ti
pendiente de sentir,
hasta que descubrí
que tu boca no estaba.

El beso marchitó,
murió la última flor.
Yo sigo en el rincón
por si tu voz me llama….!

Siempre me fascinó la sensación
al verte atravesando mi memoria.
Y siempre esperaré que tú regreses
en cada amanecer que estoy a solas…

© 2017  J.I. Salmerón

Te invito

Te invito a que bailemos esta noche.
A eso de las doce estaría bien.
Hora mágica que se balancea
entre el pronto mañana y el ayer.

Te invito a pasear por la ribera,
bajo la sombra móvil de los chopos.
Aquellos que ocultaban nuestros besos
entre sus hojas verdes y sus troncos.

Te invito a compartir todos tus sueños,
aunque intuyas que muchos no se cumplan.
Que lo mismo esa estrella inalcanzable,
cuando menos lo pienses, será tuya.

Te quiero yo invitar a despeinarte
cuando en mi moto te subas un día
y sientas como el viento va meciendo
tu cuerpo, y a tu cara la acaricia.

Yo no reparo en gastos y te invito,
aunque para ello empeñe todo el alma.
Te invito a apretarte entre mis brazos
hasta que el corazón rebose calma.

Te invito a que me mires, en silencio.
Te invito a que navegues en mis ojos.
Te invito a que se pierda tu firmeza
y entregues cuerpo y alma poco a poco.

Entonces, voy poniendo melodía.
Aquella que dijimos de bailar
y, por las circunstancias de la vida,
tan solo pudimos tararear.

Recuerda entonces, niña, que te invito,
te invito a que bailemos otra vez.
Pero esta noche los cuerpos pegados,
nada de imaginarnos piel con piel.

Me parece un gran acierto esta idea,
y da lo mismo quién invite a quién.
Lo que quiero es que esta noche bailemos
¿Y a ti, di, te parecería bien…?

© 2017  J.I. Salmerón

Un libro, una historia

…Se puso en pie aquel dragón.
La boca lanzando fuego
y todos muertos de miedo,
sin salida en el rincón.

Pero la espada precisa
que el caballero empuñaba,
salvó de nuevo a la dama
y a la bestia hizo sumisa…

…Mientras, dos hombres de acero
revolver en la cadera.
La mano impaciente espera
ser la primera en cogerlo.

Duelo al sol en el oeste.
Miradas de pistolero,
será de tiro certero
el que al contrario le acierte…

…Pasábamos por la estrella
de una galaxia lejana.
No había nave cercana
que a nuestro auxilio viniera.

En el espacio soñamos.
A la deriva la suerte,
flota en la nave la muerte,
solo un milagro esperamos…

…Era de manzanas verdes.
Dulces todas y sabrosas
que de esas ramas hermosas
tú recogías los viernes.

Yo te esperaba sentado
a tu vuelta de la huerta.
En una silla, en la puerta,
por probar tan buen bocado…

…Por hoy creo que ya vale.
Cerraremos estos libros
aunque sean como amigos
llenos de cuentos dispares.

Mañana continuará
cada uno por su historia,
sin fallarles la memoria
narrando qué pasará.

Que no te puede faltar
un libro en que cada día
una historia cobre vida
para volver a soñar…

© 2017  J.I. Salmerón