Amaneció…

Juan I. Salmerón

Amaneció y todo empezó de nuevo.
La luna se fue a dormir.
Tus besos en el cajón.
Y hasta el mirar de tus ojos
perdió su brillo de Amor…

El ruido, al nacer, rompió el encanto
que el silencio nos brindaba.
El perro se echó a ladrar.
La cama desordenada
que invitaba a abandonarla.

No hubo tiempo de hacerlo una vez más.
El abrazo fue tan corto
que apenas pude notar
si el palpitar que escuchaba
era de carne o cristal.

Sin tan siquiera rozarnos la piel.
Que solo los ojos, manos
al mirarnos, se tocaron.
Que todas las ganas, solas
en la cama, se olvidaron.

Y se acercaron mucho las almas
cuando en la escalera, al subir
tu corazón y al bajar yo
con parte de mi pasión,
sin quererse se cruzaban.

Amaneció… Y el sueño, tan corto
como esta vida sin ti,
se murió sin esperanza.
Como las olas sin mar…
Como la mar sin su playa…

Y todo empezó de nuevo al volver
la noche llena de ganas.
Brillaba fuerte la luna.
Tus besos sobre la cama.
Y en tu mirada el Amor
brillando en la madrugada…

© 2016  J.I. Salmerón

El pescador de recuerdos

 

Juan I. Salmerón

El pescador de recuerdos, me llaman…
Paciente navegante con mi barca
en río dulce o en mar salada.
Bogando el corazón por estribor
y al palo mayor, las velas blancas.

Nunca dejo de buscar en el ayer
aunque mi rumbo sea el mañana
esas tardes románticas de Amor,
de ahí que sea mi afición ser pescador
y atrapar entre mis redes la añoranza.

El pescador de recuerdos, me llaman…
En barca vieja navego el tiempo.
¡Hay tanta historia que echar de menos!
Los remos brazos que abrazan agua
como abrazaba yo ayer tu pecho.

Navego lento, recito versos,
que así es más fácil pescar momentos.
Y cuento estrellas si ya es de noche
y envuelvo en llanto luz de luceros.
Y entre el silencio les cuento esto:

…Tengo una caña de pesca,
toda ella de bambú,
y con mi Amor como cebo
la echo a esas aguas revueltas
donde descansan los tiempos.

Espero pacientemente
mirando fijo el anzuelo,
y cuando veo que el hilo
parcialmente ya se ha hundido
tiro con fuerza hacia el cielo.

¡Y allí que sale el recuerdo,
enganchado de mi Amor…!
y pienso hacia mis adentros
que de ayeres y momentos
hoy cenaremos mejor…

…El pescador de recuerdos, me llaman.
Si tú no tienes ningún momento
no te preocupes, yo te los presto…

© 2016  J.I. Salmerón

Perdona si molesté dándote aquel abrazo

Juan I. Salmerón

Perdona por el abrazo…
No me pude controlar
en sentir una vez más
tu corazón palpitando.

No podía resistir
al tenerte frente a mí
no volverte a enamorar
al ver mis ojos mirando.

Perdona si molesté
dándote aquel abrazo…

Ya lo sé, que aunque es sentir,
es mejor no enamorarnos.
Y al cruzarnos, dos extraños,
evitando hasta rozarnos.

Pero tú sabes mi Amor,
y yo de tu Amor sé algo.
Y si queremos no amarnos
en otra vida probamos.

Perdona si molesté
dándote aquel abrazo…

Se atropelló el sentimiento
en ese ir y venir
de voluntades huyendo
por no saber qué decir.

Mientras mi boca vagaba
desde tu labio a tu pecho,
el corazón, desbocado,
no daba tregua a querernos.

Se nos quedó estrecho el mundo,
nos resultó tan pequeño
que nos colgaba el Amor
saliendo de sus extremos.

¡Que nos faltaba más aire
para respirar los versos!
¡Que de tu boca a mi boca
No nos cabían los besos…!

Perdona si molesté
dándote aquel abrazo…

¡Fíjate si era pequeño
que si queríamos dentro
mantener el corazón
no le cabía el acento!

…Hoy no puedo arrepentirme,
que yo te abracé queriendo,
sabiendo que hay que arriesgar
para encontrar sentimiento.

Si un día te vuelvo a ver
te envolveré con mis manos,
que yo prefiero sentirte
aunque tenga que decirte:

Perdona si molesté
dándote aquel abrazo…

© 2016  J.I. Salmerón

Matar el sentimiento

Juan I. Salmerón

Me gustaría matar el sentimiento,
pero no puedo, no soy capaz,
ni tan siquiera lo intento…

Desearía separar algún instante,
solo un momento, de mí tu corazón,
pero es que yo adoro su ritmo, y su letra,
y el baile íntimo de su canción…

Hoy me atraviesa un recuerdo
y el viento me trae tu abrazo,
y hasta que no oigo cerca tus besos,
mis labios viajeros te están buscando.
Siempre siguiendo tus pasos.

Latido tras latido, ritmo lento,
nos implica el corazón.
La decisión no es pensada,
no hago consulta en mi almohada,
es cosa de la emoción.

Nos quisimos ver por un momento
pero la noche nos cubrió,
y su reloj paró en la sombra
tu abrazo con mis besos,
como ese tiempo sin tu Amor.

Posiblemente sea lo mejor,
Si no hay miradas no habrá palpitación.
Pero hay adictos como yo, con este apego,
que en cada ausencia que hago tuya en mi exterior,
mi corazón, con gran dolor, muere por dentro.

Yo sé muy bien que cualquier día
tus ojos, su mirar, se harán de luz en mi pupila.
Solo es el tiempo delator el enemigo
en esta guerra sin cuartel,
que hoy es sin verte tan cruel, y a veces fría.

Cuando anochezca o nada más amanecer,
en un garaje, entre la hierba, en la avenida.
Sobre las sábanas planchadas de la cama de un hotel,
O en esa oscura intimidad cuando se cierran las cortinas.

Mi corazón te irá a buscar,
que la pasión ya no es cautiva.
Y entre mis besos nadaras,
así que estate prevenida…

© 2016  J.I. Salmerón

El pacto del beso

 

Juan I. Salmerón

Ayer fue en día internacional del beso, y eso, eso hay que celebrarlo, ¿no…? Así que ahí va mi aportación, mi beso en palabras. Que el de verdad, el de carne y hueso, ese, ese ya vendrá luego…

 

Tú y yo hicimos un pacto…
Y las bocas, en su beso,
dejaron juntas constancia
del acuerdo al que llegamos.

Y no fue un beso cualquiera,
qué va… Tú ya lo sabes…
Fue ese beso de Amor
que tanto fuimos buscando.

Un beso que yo agarré
de su cintura al besarlo.
Un beso que, entre tus manos,
ya no quisiste soltarlo.

Tuvimos miedo al hacerlo.
El primer beso es el filtro,
ese elixir de alquimista
que cura o mata al beberlo.

Pero pasada la prueba
de sensación y emociones
de nuestras bocas besando,
ya no pudimos pararlo…

Firmamos así aquel pacto,
con tantos y buenos besos
que en corazón galopamos
hasta quedarnos exhaustos.

Y no pudimos decirnos
todo aquello que pensamos,
yo solo hablaba al besarte,
tú al seguirme a mí besando.

Y un beso trajo a otro beso,
y otro beso a otro más largo,
y nuestra erógena boca
de pasión murió besando…

Quedaré otra vez contigo
para renovar el pacto,
que mi boca no recuerda
en qué punto lo dejamos.

© 2016  J.I. Salmerón

Cerraste fuerte la puerta

173

Cerraste fuerte la puerta,
la empujaste tras de ti
con un manotazo duro.
Y aún así, dejaste escapar
por la rendija de abajo
una parte de tus sueños.

Fue como la tarde cuando
va pasando el tiempo,
que por mucho que la aprietes
en tus puños tan cerrados,
se va apagando su luz
y solo deja el recuerdo.

Cerraste fuerte los ojos,
los cubriste con tus manos
como si fuera una cárcel
y sus barrotes tus dedos.
Pero escapó el pensamiento
y tu mente fue un desierto.

Es como esa luna llena
que contempla enamorada
tu mirar entre sus sueños
y es raptada por las nubes,
que no la vuelves a ver
aunque la eches de menos.

Pensaste incluso en volver
para comenzar de nuevo,
pero no estaba el camino
que te trajo a este lugar,
tú ya elegiste el destino
aunque fuera en corto vuelo.

Fue como echar a volar
cerrando fuerte los ojos
porque te guiaba un sueño,
y al querer volver de nuevo
ya no hay puerta a la que entrar
que esperase tu regreso.

© 2016  J.I. Salmerón

El fin del invierno

185

Ya no me acordaba
de ese sol sobre mi cuerpo.
No sabía distinguir
si era tarde o era noche
en este lánguido invierno.

Todos los pasos que di,
todos los árboles secos.
Todo oscuro, a descubrir.
Todo luces de farola
a lo largo del sendero…

El cuerpo se quedó preso,
dormitando entre el abrigo
y las ascuas del brasero.
La mirada siempre ausente
en brazos de algún recuerdo.

Ya no me acordaba
del andar sobre tu pelo.
Si tu blusa, sus botones,
me miraban con deseo
al posar mi mano en ellos.

No podía recordar
si eran muy altos tus besos
y tenía que empinarme
para tus labios rozarte
y llenarnos de deseo.

Y es que es tan largo el invierno
que por eso no me acuerdo
si quedamos para vernos
o fuera un guiño de estrella
la que me llamó de lejos.

Si tu falda, a la carrera,
levanta largo vuelo.
Si tu mano la tomaba
alternada entre mis dedos
o era otro efímero sueño…

Por eso esta primavera
se hace titán mi recuerdo,
y vuelve la luz del día,
y vuelvo a sentir tus manos,
y llego de pie a tus besos.

Y recuerdo que quedamos
en que debíamos vernos.
Porque tu blusa y mis ojos,
sus botones y mi alma,
se añoraban con deseo.

© 2016  J.I. Salmerón

Aunque llueva por fuera

Juan I. Salmerón

Dolió tanto el Amor al partir.
Se hizo tan pequeña y lejana
esa verde vereda…

Y la lluvia, en sus gotas, clavaba
tu adiós en mi cuerpo.
Y la vida, ya rota, a rodar
se dispuso en silencio…

Y vi pasar el ayer, a lo lejos,
sin mirarme a los ojos,
sin pararse a chalar
ni siquiera un momento.

Es posible que ya
no se acuerde de mí,
que no quiera traerme el ayer
en que fui tan feliz.
Quizá extraña mi aspecto.

Por las horas cautivas
que le hice sufrir.
Por los celos que tuve,
por dejarte partir.
Por doblar mi dolor
y llorar en silencio…

Ya lo sabe la noche.
Ella aún guarda el recuerdo
de tu andar, de mis besos,
del sentir de tus labios,
del temblar de mi cuerpo.

Aunque hoy,
no te pueda ya ver.
Aunque hoy,
no te traiga consigo
en su tren nuestro ayer.

Aunque llueva por fuera,
por detrás del cristal
de la acera,
aunque pase la vida,
siempre habrá junto a ti
un Amor esperando
en un alma cautiva…

© 2016  J.I. Salmerón